miércoles, 24 de junio de 2015

Habemus nuevo párroco

Desde del 1 de noviembre de 2014 tenemos un nuevo párroco en Valdelageve. Su nombre es don Marcos Trujillo y su nacionalidad, peruana.

Con el poco tiempo que lleva, se ha ido ganando al pueblo y éste está entregado a él. Es un hombre joven, pero lleno de fortaleza, sabiduría y con ganas de hacer muchas cosas. Junto a él trabaja otro compañero, compatriota, llevando entre ambos nueve pueblos -que es un decir-, cuando además se tienen que desplazar todos los días desde Linares de Riofrío, pueblo distante del nuestro unos 60 kilómetros.

Para que conozcamos un poco mejor las localidades que los (nos) une, voy a intentar describirlas todas, con riesgo, aunque no quisiera, a equivocarme: Valdelageve, Valdehijaderos, Horcajo de Montemayor, Colmenar de Montemayor, Pinedas, Aldeacipreste, Valbuena, Montemayor del Río y Lagunilla.

Ha sido una bendición haber tenido esta suerte tan grande. Esperamos que dure muchos años.

(Fotografía: Juan-Miguel Montero Barrado)


jueves, 18 de junio de 2015

San Fabián y San Sebastián

San Fabián

San Fabián era hijo de Fabio. Nació en Roma en el año 200 y murió en la misma ciudad el 20 de enero de 250. Fue el vigésimo papa de la Iglesia Católica. Fue Sumo Pontífice durante catorce años (236-250).

Cuentan que al  morir el papa San Antero el clero, personas ilustres, nobles y fieles creyentes de Roma se reunieron para elegir al nuevo Papa y, estando allí, vieron descender una paloma, la cual se posó sobre la cabeza de Fabián. No habían pensado escogerlo porque todavía no era sacerdote, pero a los allí presentes esa escena les recordó la venida del Espíritu Santo, por lo que no dudaron en elegir a Fabián por unanimidad, fue ordenado sacerdote, consagrado obispo y colocado después en la Silla de San Pedro.

Durante la etapa de su pontificado hubo calma, por lo que, entre otras muchas cosas, se dedicó a organizar la diócesis de Roma en siete distritos. En cada uno de ellos colocó un diácono y fueron los que organizaron la beneficencia, administración y reparto de limosnas a los pobres.

En el año 250 comenzó una persecución sobre los cristianos por orden del emperador Decio y al primero que mandó matar fue al papa Fabián. Su cuerpo fue sepultado ese día en las catacumbas de San Calixto, en la vía Apia de Roma.

Fue a partir de este momento cuando muchos cristianos abandonaron Roma, al igual que otras grandes ciudades, y se dio inicio con los anacoretas la vida eremita. Estos ermitaños fueron famosos por su santidad.

El sarcófago de San Fabián fue descubierto en 1915 en las catacumbas de San Calixto. El culto de San Fabián siempre ha estado unido al de San Sebastián. Los martirólogos más antiguos ponían ya juntos sus nombres y juntos permanecen aun en las letanías de los santos. Ambos se celebran el 20 de enero, en la festividad de los Santos Mártires.

San Sebastián


Sebastián nació en Narbona (Francia) en el año 256, en el seno de una familia militar, noble y cristiana. se educó en Milán (Italia), para seguir la carrera militar de su padre. Se alistó en el ejército romano, precisamente para practicar la religión ocultamente y convertir al cristianismo a sus camaradas y a cuantos gentiles pudiese. Creía que podría hacer un gran servicio a la iglesia. Fue martirizado en el año 288, siendo su fiesta el 20 de enero.

Era Sebastián un soldado valiente y muy apuesto, que formaba parte de la guardia del palacio imperial. El emperador entonces era Diocleciano. Dícese que Sebastián era por él muy apreciado porque tenía un aire guerrero y a la vez sumiso. Se atraía las simpatías de cuantos le iban conociendo. No es extraño, pues, que Diocleciano le hiciese capitán jefe de su guardia personal y le distinguiese con otros honores. Se había ganado la confianza de Diocleciano por haberse destacado en muchas batallas como uno de los soldados más intrépidos y también por sus costumbres ejemplares, alejadas de los libertinajes de la milicia. Pero desde que confesó públicamente ser cristiano se convirtió en pesadilla y obsesión suya. Fue por ello odiado con verdadera ferocidad.

Hacía años que los cristianos de Roma estaban algo tranquilos. Parecía que no habían de volverse a ver unas persecuciones tan duras como las del tiempo de Nerón y otros emperadores. Y aunque había que andar con mucho cuidado, aquella temporada de paz permitió que Sebastián trabajase mucho, propagando la verdadera religión dentro del ejército y entre muchas personas distinguidas de la gran urbe. Es claro que todo debía realizarlo con prudentísimo secreto. Así pudo convertir a Cromacio, uno de los principales personajes de Roma; a los hermanos Marco y Marcelino; a Zoe, esposa de Nicostrato y señora muy ilustre, que bien pronto sufrió el martirio; y a muchos más, que, después, cuando la persecución se renovó, supieron ofrecer generosamente su sangre en defensa de la verdad.

Podía adivinar que se acercaba su martirio y por eso comenzó a prepararse con mucha oración y buenas obras. En efecto, no tardó en ser todo descubierto, llegando a conocimiento del emperador. Y el valiente capitán fue llamado para que diese cuenta de sus actos.
Ni con promesas ni con amenazas pudieron hacerle renunciar a la religión de Jesucristo. Y por eso fue condenado a morir a saetazos, atado a un palo, muy cerca del palacio del emperador. Las flechas fueron hiriendo su cuerpo y llenándolo de sangre. Pero Sebastián iba sonriendo teniendo los ojos brillantes de una alegría celeste. Por fin los cerró, y su cabeza y cuerpo cayeron desfallecidos. Los verdugos lo dejaron creyéndole muerto.

Sin embargo, vivía aún. Una santa mujer, llamada Irene, hizo retirar su cuerpo para darle sepultura, pero, viendo que respiraba, lo hizo llevar a su casa, donde logró reanimarlo, curándose en pocos días todas sus heridas. Entonces, en vez de esconderse, presentóse con más valor que antes al emperador Diocleciano, que se llenó de pánico al verlo, pues le creía ya muerto y sepultado. El Santo Mártir proclamó ante él su fe y le reprendió por su crueldad. Indignado, Diocleciano lo echó de su presencia, mandando que fuese azotado hasta una muerte cierta. Así se cumplió, sin errores, la misión. Tiraron su cuerpo en un lodazal. Los cristianos lo recogieron y lo enterraron en la Vía Apia, en la célebre catacumba que lleva el nombre de San Sebastián, en el lugar donde hoy se levanta la basílica que también lleva su nombre.



(Fotografía: Juan-Miguel Montero Barrado)

San Antonio de Padua

Nació en Lisboa el 15 de agosto de 1195. Era hijo primogénito de don Martín de Bulhoes, caballero portugués, y de doña María Taveira de Azevedo. En el bautizo recibió el nombre de Fernando.

Con 15 años se hizo monje agustino. En 1212 se trasladó a Coimbra y con 25 años ingresó en la orden franciscana, alcanzando el cargo de provincial en 1227. En ese mismo año tomó el nombre de Antonio en recuerdo de San Antonio Abad. En 1220 se fue a evangelizar a África, pero el clima y el trabajo hicieron que enfermara, contrayendo la malaria. Convaleciente en el invierno, se vio obligado a abandonar el continente en marzo de 1221. Se embarcó para España, pero una tempestad llevó el barco en que viajaba hasta Italia.

En junio 1221, ya restablecido, asistió junto a tres mil franciscanos más a una reunión en Asís, donde conoció a San Francisco de Asís y decidió no volver a Coimbra. Éste le envió durante un año al eremitorio de Montepaolo para que se fortaleciese antes de encomendarle alguna misión de apostolado. A mediados de 1222 le nombraron predicador y estuvo en Bolonia enseñando teología a otros franciscanos. En 1224 lo enviaron a Francia, donde prosiguió con su enseñanza teológica en Montpellier, Toulouse, etc. También se dedicó a combatir la herejía, para lo cual utilizó el sistema de llevar una vida ejemplar, dar charlas a los no creyentes y fortalecer a los cristianos en las catequesis. Para decir verdad, el método dio grandes resultados.

La muerte de San Francisco en 1226 le obligó a viajar a Asís, siendo elegido provincial de Romaña. Estuvo durante largas estancias en Padua, donde fundó una escuela de franciscanos y escribió sus mejores sermones.

Orador sagrado, fundador de hermandades, cofradías y conventos, teólogo y hombre de gobierno, dejó varios tratados de mística y ascética. También se publicaron todos sus sermones. Fue un evangelizador incansable. Repetía que el gran peligro del cristiano era predicar y no practicar, creer, pero no vivir de acuerdo con lo que se dice.

San Antonio falleció en Padua, Italia, el 13 de junio de 1231 y un año después fue canonizado por el papa Gregorio IX. Es uno de los santos más venerados y conocidos en todo el mundo. La oración a San Antonio de Padua es clave para pedirle favores y milagros como el de mejorar la memoria, encontrar objetos perdidos, conseguir pareja, etc.

Jesús se le apareció visiblemente varias veces y, en especial, en figura de niño, bajo cuyo aspecto ha sido representado por varios artistas en pinturas y esculturas.

La canción de los pajaritos

Bien es cierto que en nuestro pueblo durante la procesión vamos cantando a San Antonio la canción de los pajaritos, que comienza así:

Padre mío, san Antonio,
suplicad al Dios inmenso
que por su gracia divina
alumbre mi entendimiento,
para que mi lengua
refiera el milagro
que en el huerto obrasteis
de edad de 8 años.
(…)

En casi todos los lugares donde se celebra esta fiesta la canción no ha de faltar nunca. Cierto es que al ser escrita y compuesta entre los siglos XVIII y XIX el grado de novelizacion ha sido bastante mayor.
No obstante, el milagro de los pájaros en prisión es el siguiente:

El padre del niño Fernando, que así se llamaba quien más tarde sería Antonio de Padua, llevó a su hijo a una de sus tierras a las afueras de Lisboa para que cuidara de ella y evitara que una bandada de gorriones comiera el grano recién sembrado. El padre se ausentó diciéndole al niño que hiciera bien su trabajo y que por la tarde volvería a buscarlo. Fernando realizó el trabajo durante un buen rato, pero decidió abandonar la misión e ir a visitar a Jesús a la iglesia del pueblo cercano. Antes de ausentarse, para cumplir su encargo, encerró a los gorriones en una de las dependencias agrarias que tenía la finca y cuando por la tarde regresó su padre, no encontró a Fernando. Se dirigió al pueblo y lo encontró en oración en la iglesia. Le reprendió por haber abandonado el trabajo encomendado, a lo que Fernando le contestó que no se preocupar, que tenía a todos los gorriones encerrados. Se trasladaron a la finca y comprobó el padre que lo que su hijo le había dicho era cierto. Abrió la puerta de la dependencia y allí vio a los gorriones encerrados que, a pesar de que la puerta estaba abierta, no osaron salir.



(Fotografía: Juan-Miguel Montero Barrado)

Elecciones municipales 2015 en Valdelageve

El pasado 24 de mayo se han celebrado unas nuevas elecciones municipales, que en Valdelageve han tenido los siguientes resultados:

votos contabilizados, 63 (72,41%); 
abstenciones, 24 (27,58%);
votos nulos, 1 (1,59);
votos en blanco, 0 (0,00).

Los concejales elegidos han sido los siguientes:

Partido Socialista Obrero Español, 2;
Partido Popular, 1.

El PSOE volvió a coger el mando del ayuntamiento. Desde el principio de la democracia lo tuvo en su poder de una forma sucesiva, a excepción de los últimos seis años, que fue gobernado por el PP.


El 13 de junio, día de San Antonio y festividad en el pueblo, fue elegido nuevo alcalde don Crescencio Martín Matas. Es una persona conocedora de la institución, pues ya fue primero concejal, para después acabar ocupando el puesto de primer edil. Le deseamos los vecinos del pueblo mucha suerte para los próximos cuatro años. 



(Fotografía: Juan-Miguel Montero Barrado)