lunes, 13 de diciembre de 2021

Alfredo Kraus: su nombre completo


Hasta hace algunos años no llegué a enterarme del nombre completo de mi -y también para muchos de vosotros- “ídolo” en el mundo del bel canto. Recientemente, cuando su nombre completo ha comenzado a divulgarse, he creído conveniente hacéroslo saber.

Todos lo conocemos como Alfredo Kraus, sin embargo, hace ya muchos años, y debido a una información que me llegó a través de mi amigo Pepe el Gaditano, sacerdote de profesión y consumado krausista, me hizo conocedor de que el segundo nombre del Maestro era “José” y, por consiguiente, que su santo lo celebraba el 19 de marzo.

Pero fue  precisamente en Madrid, en el mes de marzo de 2007, cuando supe cuál era su nombre completo. Fue durante la presentación del libro Alfredo Kraus. Desde mis recuerdos, escrito por el doctor Eduardo Lucas Bueso, que fue su médico durante más de 25 años. El acto fue presentado por el mismo Eduardo Lucas Bueso, que además estuvo acompañado por el gran tenor cordobés Pedro Lavirgen y el excelente crítico musical Arturo Reverter. Y fue al finalizar el espectacular acto, entre un público amante, entusiasta y entendido, cuando, al adquirir la obra –en la que, por cierto, yo también colaboro-, descubrí su nombre completo.

Es lo que puede leerse al comienzo de una de las primeras páginas del libro, concretamente la 17, dentro del capítulo primero, titulado “Los años iniciales:

“Alfredo José María del Carmen Kraus Trujillo nació el 24 de noviembre de 1927 en Las Palmas de Gran Canaria (…)”.

Y es ahí a donde quería llegar: ver cómo poco a poco he tenido que ir enterándome hasta llegar el final. Lo que yo no entiendo es cómo, cuando hice mis investigaciones, no me informaron del nombre completo. La primera de ellas fue en la parroquia matriz de San Agustín, donde el 27 de diciembre de 1927 fue bautizado junto con su hermano Francisco. Allí conseguí conocer el día de su nacimiento, que había sido un mes antes de su bautizo, es decir, el 24 de noviembre. Pero el caso es que me dieron como nombre el de Alfredo Kraus Trujillo. Después averigüé que estudió en el colegio Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María. No me faltaron tampoco las conversaciones que tuve con algunas de sus amistades. Y hubo hasta una cuarta investigación, como fueron las largas charlas y las cartas mantenidas con su hermano Francisco. 

Con todo eso, lo que más me ha extrañado es que nadie, nadie, me hubiera informado sobre cuál era en realidad su nombre completo.



miércoles, 6 de octubre de 2021

Por una mejora de nuestra carretera


Hoy martes, 5 de octubre, hemos podido leer en la prensa provincial que se ha cortado la carretera DSA-285, entre Sotoserrano y Lagunilla, con motivo de la ejecución de los trabajos de conservación.

Se trata de unas obras promovidas por la Diputación de Salamanca, dentro de los planes de inversión de carreteras. Dicho tramo permanecerá cerrado al tráfico de vehículos entre el 6 de octubre de este año y el 6 de abril de 2022.

Para los desplazamientos entre ambos puntos se recomienda el itinerario a través de los municipios de El Cerro, Aldeacipreste y Colmenar de Montemayor.

Aunque con muchos años de retraso, definitivamente la Diputación salmantina se ha dignado dar un primer retoque a la carretera DSA-285, que pasa por nuestro querido pueblo de Valdelageve.

Qué duda cabe la mejora, que, aun no siendo definitiva, sí servirá –creo yo- para que el tráfico de los coches sea más fluido y mucho más seguro, tanto para residentes como para quienes visitamos la zona, pudiéndonos recrear aún más de la belleza del paisaje.

(Imagen: https://www.salamanca24horas.com/provincia/la-sierra/carretera-entre-sotoserrano-lagunilla-se-cortara-este-miercoles_15014482_102.html).

jueves, 29 de abril de 2021

Alfredo Kraus y su tercera película

En la publicación Platea Magazine del 10 de septiembre de 2019 escribió Mario Pontiggia un artículo interesante, que tituló “Alfredo Kraus: el legado de una carrera ejemplar”.

Como si fuera una introducción, quiero transcribir parte de mismo:

“Desde sus comienzos la figura de Alfredo Kraus llegó pronto a otros públicos fuera de la ópera. Sus grabaciones de canciones y música folclórica -que incluía también en sus conciertos- abarcan obras de autores españoles, italianos, franceses y sudamericanos. Fue también popular a través de la gran pantalla: en 1958, el joven Kraus filma Gayarre, donde encarna al tenor roncalés, y en 1959 será el turno de la comedia El vagabundo y la estrella”.

Y es aquí precisamente a donde quería llegar, porque a estas dos películas se podría haber unido una tercera, que llevó el título en español Vacaciones en Mallorca. Así fue como la Agencia EFE dio la noticia en Madrid el día 3 de octubre de 1961:

“La actriz británica Diana Dors llega a Palma de Mallorca procedente de Madrid junto a su marido y su hija para rodar una película junto a Alfredo Kraus”.

Y, efectivamente, bajo la dirección de José María Ochoa se estuvo rodando en la isla la película que llevaba el título inicial en balear Encontra a Mallorca (traducido al castellano, Encuentro en Mallorca), si bien, el definitivo tendría que haber sido el que indiqué con anterioridad: Vacaciones en Mallorca, con Alfredo Kraus y Diana Dors como protagonistas principales, y la presencia también de George Rigaud. 

Mario Pontiggia añadió en su escrito que la película quedó inacabada por motivos de producción, permaneciendo inédita la banda sonora y con ella la voz que se había grabado de Kraus.

Qué pena que nos quedásemos sin la película…, pero, ya que la banda sonora está grabada, ¿por qué no rescatarla? Ahí dejo la pregunta por si alguien estuviese en situación de poder coger el testigo.

(Imagen: fotografía de la agencia EFE; https://efs.efeservicios.com/foto/madrid-031061-actriz-britanica-diana-dors-llega-palma-mallorca-procedente-madrid/8000421521).

lunes, 26 de abril de 2021

Don Juan y su añorado pueblo de Valdelageve

Muchas veces, con letras pequeñas, contó mi padre, Juan-Eloy Montero Picón, por qué tomó Valdelageve como primer pueblo en el mundo de la enseñanza. Voy a explicarlo.

Quiero comenzar recordando a mis paisanos y lectores que él venía de una familia muy integrada en el mundo de la enseñanza. Sus padres eran maestros y a Peñaranda de Bracamonte acabaron llegando destinados. Cuando comenzó a trabajar, su madre -mi abuela Pilar- ya había fallecido y su padre -mi abuelo Severiano- contrajo nuevamente matrimonio con otra maestra, de nombre Francisca. Su hermana mayor, mi tía Vicenta, también era maestra y por si eso fuera poco, se casó con otro maestro, mi tío Desiderio.

Cuando mi padre terminó los estudios de Magisterio aprovechó el tiempo para hacer prácticas en la escuela unitaria que regentaba su padre, don Severiano Montero Sánchez, donde permaneció hasta que aprobó en 1934 las oposiciones. 
Siempre dijo que su idea era ir a Fuenteguinaldo, un pueblo situado en el suroeste de la provincia, cerca de la frontera portuguesa. Pero la influencia de su padre tuvo más fuerza. No dejaba de ser un buen maestro y gran pedagogo, y estaba muy contento con la labor que hacía en su escuela de Peñaranda. Tal es así, que actualmente un colegio de educación infantil y primaria lleva su nombre. Finalmente mi abuelo convenció a su hijo para que tomase posesión de la escuela unitaria de Valdelageve.

Tocando este punto, mi padre siempre fue muy escueto. Solamente comentaba que ambos, muy contentos y felices, hicieron el viaje en taxi hasta el pueblo que mi abuelo había entre escogido y recomendado. Y allí dejó a su hijo. Luego, cuentan que… regresó a Peñaranda llorando.

Estábamos en el año 1934. Mi padre tenía 20 años y unas ganas enormes de trabajar. Fue bien recibido, poco a poco mejor tratado y aún más querido. Así lo dejé plasmado en una entrada que publiqué hace ya diez años y que titulé “Un maestro que dejó huella”:

“Los comienzos fueron bastante difíciles. Solamente asistían a clase ocho alumnos, sin embargo, en lugar de acobardarse se dedicó a trabajar incansablemente. Era un gran amante de la enseñanza, una persona muy cumplidora, un gran pedagogo, serio, enérgico y exigente en su trabajo”.

Yo me reía mucho con un alumno suyo de esos años, Zacarías Fernández Rodríguez, cuando me aseguraba que llegaron a asistir 60. Le insistía que mi padre siempre dijo que fueron 56, a lo que él, revocándome, me contestaba: “No, no, éramos 60; quizá aquel día faltasen 4”. Nuestro amigo y paisano Zacarías falleció el día 26 de octubre del 2020 a los 92 años de edad.

Bien es cierto que mi padre, don Juan, siempre dijo: “En Valdelageve pasé los más bonitos, mejores y felices años de mi vida”.

(Fotografías: en la primera, a la izquierda, mi abuelo Severiano Montero Sánchez; a la derecha, mi padre, Juan-Eloy Montero Picón; en la segunda, mi padre, a la izquierda, de pie y con corbata; mi abuelo, sentado a la derecha; y en la tercera, mi padre con sus alumnos y alumnas de Valdelageve).  

lunes, 1 de febrero de 2021

"Alfredo Kraus, el gran señor del canto"


Es tan importante el mundo de la ópera para mí, y, más aún el del insigne e inigualable tenor Alfredo Kraus, que no tengo más remedio que hacer una nueva incursión en mi blog para reflejar gran parte de lo que acabo de leer.

Para la ocasión he tomado prestado, además del título, buena parte del contenido del artículo que el erudito escritor en estas lides, Julio Bravo, reflejó en el artículo que publicó ABC Cultural el 11/09/2018.

Empezaba así:

El día 10 de septiembre de 1999 (hoy cumplen diecinueve años) moría en Madrid, a los setenta y un años, el tenor canario Alfredo Kraus, uno de los más grandes cantantes de ópera del siglo XX. Se lo llevó un cáncer, pero en realidad murió de pena; el fallecimiento, dos años antes, de Rosa, su mujer, había sido una losa demasiado pesada para él.

Luego seguía extendiéndose sobre la obra del maestro. Para ello reproduzco, por su interés, algunos de los párrafos:

“Alfredo Kraus tenía carisma, algo que es imposible aprender, pues se nace con ello –decía el día de la muerte del tenor el director de escena Emilio Sagi-: cuando salía a escena en Werther le bastaba con decir la primera frase: ‘¿es aquí la casa de Comendador?’ para cautivar al público. Y es que hacía de cada palabra y cada frase una gran creación”.

Werther, el papel titular de la ópera de Jules Massenet, fue desde que lo incorporó a su repertorio a mediados de los años setenta, su principal caballo de batalla. La elegancia de su fraseo, su exquisita dicción, su dominio de la mezza voce y su distinción convertían en una soberana lección de canto cada representación de esta obra.

Pero no solo brilló como el héroe romántico creado por Goethe. Lo hizo con otros títulos de óperas francesas: Fausto, Romeo et Juliette, Manon, Les pécheurs de perles, Les contes d´Hoffmann, en las verdianas Rigoletto y La traviata y también en los repertorios belcantistas y mozartianos L´elisir d´amore, I puritanni, Lucia di Lammermoor, La sonnambula, Don Giovanni.

(…)

El legendario tenor italiano Giacomo Lauri-Volpì, autor de un revelador libro titulado Voces paralelas, definió a Alfredo Kraus como el máximo belcantista del siglo XX. La exquisita soprano alemana Elisabeth Schwarzkopf se refirió a él como “el tenor que posee la más óptima técnica vocal de nuestra época”.

Debutó tarde para lo que suele ser habitual. Tenía 29 años cuando la Ópera de El Cairo le contrató para cantar Rigoletto y Tosca. Pronto empezó a hablarse de un joven tenor rubio y de ojos azules, nacido en las Islas Canarias el 24 de noviembre de 1927, y que había llegado al canto empujado por su hermano Francisco. Tan solo dos años más tarde de aquellas funciones egipcias, el cantante vivía una velada que sería muy especial para él: su debut en Lisboa, con La traviata, y al lado nada menos que de María Callas.

La soprano griega había preguntado quién era ese joven desconocido con el que iba a cantar La traviata. “Su reacción –contaba Kraus a ABC años más tarde- fue la de una gran persona y una gran señora. No solo me felicitó muy sinceramente, sino que no quiso ninguna vez salir a saludar sola, y me cogió de la mano para que respondiera con ella a los aplausos del público”. “Kraus, llega usted tarde para mí”, le dijo María Callas después de su actuación lisboeta.

Otra legendaria cantante, la mezzosoprano Giulietta Simionato dijo en una ocasión: “Hacía ya mucho tiempo que había dejado de creer en la perfección. Pero lo que escuché a Kraus me hizo pensar que la perfección si existe en algún caso rarísimo. La perfección, en todo caso, es hoy Alfredo Kraus”.

(…)

Y es que Kraus fue una figura popular en aquellos años, en los que sin embargo los medios de comunicación no tenían la repercusión que tuvieron en los ochenta y noventa, ya con las televisiones dominando el panorama. Pero el tenor protagonizó dos películas. En una de ellas, Gayarre, encarnaba al mítico cantante navarro; en la segunda, El vagabundo y la estrella, interpretaba a un célebre tenor (curiosamente apellidado Kaufmann) que viene a España huyendo de la prensa y, por diversos avatares, se ve obligado a vivir como un mendigo.

El artículo de Julio Bravo concluía con estas palabras del propio Kraus:

Diecinueve años después de su muerte, la figura de Alfredo Kraus permanece asociada a la elegancia y la exquisitez en el canto, una disciplina que él reconocía como artificial: “Nadie ha nacido para cantar –dijo a ABC en una entrevista-. Creo que ni siquiera hemos nacido para hablar. Pero cantar es fundamentalmente técnica. Aunque, curiosamente, este artificio no es más que una vuelta al origen. Un bebé es capaz de llorar sin enronquecer durante días. Si lográramos atrapar esa técnica conseguiríamos la clave del canto”.

(La fotografía ha sido obtenida del propio artículo de Julio Bravo en ABC, reflejando un momento de la actuación de Alfredo Kraus en la ópera Marina, en el Teatro de la Zarzuela de Madrid).