Como
cada año, la fiesta de agosto dedicada a la Virgen de Fátima ha resultado
extraor-
dinaria. Quizá este año ha brillado más, al haber tenido ligeros cambios
que han hecho que el pueblo haya disfrutado como hacía tiempo no lo veía.
La
alegría, pues era un día especial, estuvo presente desde la mañana, que comenzó
cuando desde muy temprano empezó a sonar la gaita y el tamboril, y seguidamente
hizo acto de presencia Ángel Rufino de
Haro “El Marique-
lo” y sus acompa-
ñantes.
Pero
la fiesta propia-
mente dicha comenzó con la proce-
sión -por cierto, muy bonita-,
acompa-
ñada por el insigne gaitero, sus bailarines y las voces de los gevatos. Durante
su recorrido se hicieron algunas paradas, en las que vimos y disfrutamos, dentro
del momento en que nos encontrábamos, del baile, canciones y sonido de la gaita
y tamboril.
En
las puertas de la iglesia se hizo, como es
costum-
bre, la ofrenda a la Virgen,
la cual, como
siempre, resultó muy bonita y positiva. Los gevatos no somos
muchos, pero sí generosos.
Ya
dentro de la iglesia, que estaba llena de gente y de alegría, la santa misa transcurrió
maravillosamente dirigida por el sacerdote, en la que hizo partícipes también a
los niños. Estuvo acompañada no menos bien por “El Mariquelo”, que hizo que la
gente estallase de emoción cada vez que irrumpía con sus canciones.
Al
son de la música subimos al bar, lugar de encuentro de todos los gevatos y que
sirvió para saludarnos, intercambiar opiniones mientras tomábamos un aperitivo
y a la vez escuchar la actuación y sonido del ya conocido para nosotros
saxofonista talaverano que hizo las delicias de todos nosotros.
A las 14,30 tuvimos una comida de confraternidad,
esta vez delante del bar. Era la
primera vez que se hacía y no pudo resultar mejor. La empresa extremeña que la
preparó estuvo siempre pendiente de cada detalle, desde la colocación de mesas
y sillas, todas ellas enfundadas y cubiertas, hasta la preparación del convite,
compuesto de paella, carne, ensalada, postre y café, todo ello
regado con un inmejorable vino. Gran parte de la comida estuvo
amenizada, pasando de mesa en mesa, por nuestro amigo saxofonista Ismael Dorado.
A las
16,30 siguió la música con un guitarrista de primera línea acompañado en
algunas canciones por “El Mariquelo” y mi amigo Víctor, que, por cierto, cuando
mejor estaba, nos obsequió tanto a mí esposa como a mí con la canción de “El
Peregrino”. Gracias, amigo Víctor.
La
fiesta siguió y los bailarines también, danzando
al compás de las gaitas y el
tamboril, e invitando al público a que se anexionase a ellos. Turnándose, así se
hacía y de esta manera tan bonita y alegre finalizó la tarde y terminó esta
parte de la fiesta.
La
gente marchó a cenar y después comenzó el baile. ¡Qué bonito, y qué bien
dirigido y planificado, con música muy variada para todos los gustos y épocas!
Ya de madrugada finalizaron las fiestas en Valdelageve.
Sólo
resta dar la enhorabuena al Ayuntamiento, encabezado por muestro amigo y
paisano Crescencio Martín Matas, al que no tengo más remedio que dar mi más
cordial enhorabuena al estar y representar en todo momento a nuestro querido
pueblo.
También
quiero dar mi agradecimiento a nuestro Alcalde, que se esforzó para que la
fiesta fuera un éxito, a pesar de estar de luto, ya que su padre había falleció
unos días antes.
(Fotografías: Juan-Miguel Montero Barrado)