Después de haber escrito hace unos años "Recordando al gran tenor español Alfredo Kraus”, me he dado cuenta que debería haber comenzado por el principio, que es relatar un poco la vida y obra del “Maestro”, el mejor tenor lírico habido en el mundo en la mitad del siglo XX.
Alfredo-José Kraus Trujillo nació el día 24 de noviembre de 1927 en Las Palmas de Gran Canaria. Su padre, Otto, era de nacionalidad austriaca, pues había nacido en Viena; su madre se llamaba Josefa y era natural de la capital de la isla.
Con 6 años ingresó en el colegio de San Agustín, donde aprendió a leer, a escribir y cursó sus estudios primarios. A una edad muy temprana, desconozco los años, parece ser que comenzó a recibir clases de solfeo y piano, a la par que su hermano Francisco, Paco, que era un año mayor, aunque sus vidas fueron siempre muy paralelas.
En 1935 comenzó a estudiar francés en la Alliance Française. Conocer este idioma le sirvió para ser el mejor tenor del mundo en el repertorio operístico francés, tanto por su vocalización como, a posteriori, por su espléndida técnica. Un año después ingresó en el Colegio de los Misioneros del Inmaculado Corazón de María para continuar sus estudios. Allí se presentó a las pruebas de canto, siendo seleccionado por el padre Zabaleta para pasar a formar parte del coro de voces blancas. En varias ocasiones Kraus dijo que "mi voz era más bien ronca, de ahí que me utilizaban para hacer las segundas voces".
En 1943, con 16 años, según ha contado empezó "a desarrollar la voz, noté que se afinaba, se afiliaba, que subía con mayor facilidad”. Es entonces cuando, también con su hermano Paco, comenzó a formar parte del Coro de la Sociedad Filarmónica de las Palmas de Gran Canaria, dirigida por el maestro Obradors. En este nuevo coro cantó el fragmento musical del “Coro Peregrino” de la ópera Tannhaüser de Richard Wagner.
A partir de 1944 fue dirigido, enseñado y aconsejado por la profesora de canto María Suárez Fiol. Hasta su marcha de Las Palmas también comenzó a dar conciertos benéficos o en reuniones familiares e incluso muy especiales.
Importantísima fue la educación musical recibida en casa: oír cantar a su padre y, sobre todo, a su madre, que tenía una gran voz. Y también tener una gramola Edison, donde escuchaban los mejores cantantes de la época: Enrico Caruso, Tito Schipa, Miguel Fleta... Eran, por supuesto, discos de pizarra, pero que hicieron que su afición fuese en aumento. Más adelante, junto a su hermano, escuchaba todas las óperas que se retransmitían por radio desde el Teatro San Carlos de Lisboa.
En el curso 1946-47, con 18 años y siguiendo los consejos de su padre, ingresó en la Escuela de Peritos Industriales. En 1950 terminó los estudios, especializándose en electricidad y mecánica. A partir de aquí, ya con el beneplácito
de su padre, que vio cómo su hijo había cumplido con su deseo de tener el título debajo del brazo, comenzó a prepararse para lo que le gustaba: marchó a Barcelona, donde recibió clases de canto y técnica respiratoria por la profesora de origen ruso Galli Markoff. Durante el tiempo que estuvo Alfredo con la profesora Marcoff hizo amistad con la gran mezzosoprano Conchita Velázquez, quien, al escucharlo en algunos fragmentos, quedó fascinada. Un día le dijo: “tú te harás famoso cantando la ópera Werther”. Aquella frase le dejó muy pensativo. Alfredo no había oído hablar nunca de esa ópera, pero, cosas del destino, el día 8 de enero de 1966 debutó con ella en el Teatro Municipale de Piacenza, cantándola por primera y última vez en italiano. Las siguientes las cantó en francés, respetando el idioma en que fue escrita y siempre en los mejores teatros del mundo. Fuese donde fuese, el éxito estaba aseguradísimo.
En el verano de 1951, durante el tercer y último año de las milicias universitarias, fue destinado a Valencia, donde conoció a un nuevo y gran profesor de música: don Francisco Andrés, del cual recibió durante seis meses clases de canto y técnica. De él siempre tuvo palabras de elogio y gratos recuerdos. Según me notificó su hermano Paco, en un corto espacio de tiempo Alfredo trabajó en Las Palmas, pero sin descuidar la formación musical recibida y siempre dirigido por su profesora María Suárez Fiol.
Estamos ya en el año 1955 y Alfredo Kraus contaba con 27 años. Fue el año de su marcha definitiva a Milán, donde casualmente conoció a la profesora de canto Mercedes Llopart, decisiva en su carrera lírica. Con ella estuvo un tiempo hasta que se presentó al Concours International d´Execution Musicale en Ginebra, donde recibió el segundo premio, que fue primera medalla de plata. El primer premio fue para Teresa Berganza. Más tarde la mezzosoprano madrileña reconoció públicamente que el premio debían habérselo entregado a su amigo y compatriota, que había sido muy superior.
Finalizado el concurso, el señor Milani le ofreció un contrato para debutar en El Cairo cantando Rigoletto, de Giuseppe Verdi, y Tosca, de Giacomo Puccini. Alfredo no quería cantar Tosca por no ser idónea para su voz, por lo que el señor Milani le contestó: “las dos o ninguna”. Nuestro tenor no tuvo más remedio que aceptar la petición y de esta manera consiguió su primer contrato profesional. El día 17 de enero de 1956 debutó en el Teatro Real de El Cairo con las dos óperas anteriormente mencionadas. El éxito fue espectacular, pero, casualmente, cantando Tosca fue donde recibió muchos más aplausos.
A partir de esta fecha le fueron saliendo más contratos, de ahí que en estas circunstancias tan favorables Alfredo tomara una decisión muy importante, como nos contó en el programa “Documentos de Radio Nacional” el día 13 de julio 2001: “Al mismo tiempo me ofrecieron cantar Doña Francisquita, para debutarla en otoño, en septiembre, octubre y noviembre. Yo, ya, delante de todo eso y optimista como he sido siempre, dije: 'Bueno, ya me puedo casar porque tengo trabajo'”. El día 7 de octubre de 1956, a los 28 años, se casó con Rosa Blanca Ley Bird, en Las Palmas de Gran Canaria. La luna de miel, como nos contó, “fue en el Teatro de la Zarzuela”. El día 17 de octubre de 1956 cantó la tan esperada zarzuela de Amadeo Vives. El éxito fue tan apoteósico, que tuvo muchas más representaciones que en 1923, año del estreno. Para poder atender a los contratos que tenía, sobre todo en Italia, durante varios años el matrimonio vivió en Milán, donde nacieron sus cuatro hijos: Alfredo, Laura, Rosa y Patricia.
Alfredo Kraus ha cantado en todos los principales teatros del mundo, siempre cosechando grandes éxitos. Entre 1970 y 1980 le recibieron en todos los sitios al grito de “el más grande”, noticia aparecida en la revista Tiempo (especial, n. 1000, 02.07.2001).
Algunas de las óperas que han quedado marcadas por el personaje y que no han sido superadas por otros son:
Bellini: I Puritani, en el papel de Arturo Talbot.
Bizet: Los Pescadores de Perlas, como Nadir.
Donizetti: Don Pascuale, Ernesto.
- La Favorita, Fernando.
- La Hija del Regimiento, Tonio
- L´Elisir d´Amore, Memorino
- Lucia de Lammermoor, Edgardo.
- Lucrezia de Borgia, Gennaro
Gounod: Fausto, Fausto
- Romeo y Juliette, Romeo
Massenet: Manon, des Grieux
- Werter, Werther (esta ópera merece una mención especialísima).
Offenbach: Los Cuentos de Hoffman, Hoffman
Verdi: La Traviata, Alfredo jr.
- Rigoletto, Duque de Mantua.
Vives: Doña Francisquita, Fernando.
Aparte de que siempre formó pareja con grandes o grandísimas sopranos, es obligatorio mencionar la siguiente anécdota: el 27 de marzo de 1958 cantó una memorable Traviata en el Teatro de Sao Carlos de Lisboa, junto a María Callas. Allí su fama y prestigio llegó al reconocimiento internacional. La diva salió en innumerables veces a saludar al respetable público, pero siempre quiso que le acompañase Alfredo. Luego le ofreció cantar varias óperas y grabar algún disco, pero debido a la apretada agenda de "El Maestro", no pudo ser. María Callas le dijo: “Siento no haberte conocido antes. Podíamos haber cantado juntos muchas óperas, pero mi carrera está a punto de terminar”.
No tengo más remedido que resaltar, y con mucho orgullo, que es el único tenor que jamás suspendió una actuación durante su larga trayectoria.
Y es más, fue el que recibió la salva de aplausos más larga en la historia del bel canto: 48 minutos ininterrumpidos después de representar en el Teatro Colón de Buenos Aires la ópera I Puritani, de Vicenzo Bellini.
Si hablamos de condecoraciones, son interminables, pues necesitaríamos varios folios para enumerarlas.
Todos los amantes de la ópera deben conocer algunos de los nombres con que era denominado: “Alfredo el Grande”, “El Aristócrata de la Lírica, “El Aristócrata y Príncipe de Bel Canto”, “El Aristócrata de los Tenores”, “El Caballero de la Ópera”, “El Decano de los Tenores”, “El Incomparable Kraus”, “El Príncipe de los Escenarios”, “El Quijote de la Ópera”, “El Rey de los Tenores”, “El Tenor de los Tenores, “Su Majestad Alfredo Kraus”... En una sola palabra: “El Maestro”.
Después de 43 años, 2 meses y 4 días de actividad, insisto, sin haber suspendido ninguna actuación Alfredo Kraus, falleció “de amor” en Madrid el día 10 de septiembre de 1999, a los 71 años, faltándole 2 meses y 14 días para llegar a su 72 cumpleaños.
Para concluir este escrito, quiero mencionar que sus restos han estado dentro del panteón que se hizo en Madrid al fallecer su esposa Rosa Blanca, pero el día 13 de octubre de 2009 fueron trasladados a la ciudad que lo vio nacer, Las Palmas de Gran Canaria. En el féretro se encuentra la urna con las cenizas de su querida y adorada esposa.
De esta forma tan sencilla y breve he detallado la vida de “el Maestro”, Alfredo Kraus, al que tanto queríamos y adorábamos, no sólo sus simpatizantes y aficionados al bel canto, tanto de España como del resto del mundo, sino a otros muchos conocedores de diversas romanzas. También de esta forma me siento muy feliz por haber recordado a un personaje que llevo siempre en el interior de mi corazón.
Gracias a todos los lectores.
(Las fotografías me han sido cedidas gracias a la gentileza de Francisco Kraus).
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ResponderEliminarSoy un admirador de Kraus y del autor de Pueblito mi pueblo. Que en realidad es el compositor argentino Carlos Guastavino, según muchos críticos el mayor exponente del nacionalismo romántico argentino. Su estilo musical fuertemente influenciado por el romanticismo del siglo XIX lo llevó a mantener distancia de los compositores modernistas argentinos, como por ejemplo Alberto Ginastera. Dicho aislamiento de los movimientos modernos y vanguardistas, así como su éxito al crear una música nacional atractiva empleando un lenguaje romántico, le convirtieron en un modelo para la generación de autores de música popular y folclórica argentina de 1960, quienes aplicaron muchas de las innovaciones de Guastavino en su propia música.
EliminarSaludos desde Buenos Aires
(ver http://es.wikipedia.org/wiki/Carlos_Guastavino)
ResponderEliminarCon 14 años mi padre gran fan de Alfredo, me llevó a ver Rigoletto por Alfredo Kraus, en Barcelona. Todas las actuaciones que hizo en Barcelona,no nos perdimos ninguna. No tengo nada mas que decir sobre su técnica del canto. Un abrazo Alfredo donde estés.
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