jueves, 29 de abril de 2021

Alfredo Kraus y su tercera película

En la publicación Platea Magazine del 10 de septiembre de 2019 escribió Mario Pontiggia un artículo interesante, que tituló “Alfredo Kraus: el legado de una carrera ejemplar”.

Como si fuera una introducción, quiero transcribir parte de mismo:

“Desde sus comienzos la figura de Alfredo Kraus llegó pronto a otros públicos fuera de la ópera. Sus grabaciones de canciones y música folclórica -que incluía también en sus conciertos- abarcan obras de autores españoles, italianos, franceses y sudamericanos. Fue también popular a través de la gran pantalla: en 1958, el joven Kraus filma Gayarre, donde encarna al tenor roncalés, y en 1959 será el turno de la comedia El vagabundo y la estrella”.

Y es aquí precisamente a donde quería llegar, porque a estas dos películas se podría haber unido una tercera, que llevó el título en español Vacaciones en Mallorca. Así fue como la Agencia EFE dio la noticia en Madrid el día 3 de octubre de 1961:

“La actriz británica Diana Dors llega a Palma de Mallorca procedente de Madrid junto a su marido y su hija para rodar una película junto a Alfredo Kraus”.

Y, efectivamente, bajo la dirección de José María Ochoa se estuvo rodando en la isla la película que llevaba el título inicial en balear Encontra a Mallorca (traducido al castellano, Encuentro en Mallorca), si bien, el definitivo tendría que haber sido el que indiqué con anterioridad: Vacaciones en Mallorca, con Alfredo Kraus y Diana Dors como protagonistas principales, y la presencia también de George Rigaud. 

Mario Pontiggia añadió en su escrito que la película quedó inacabada por motivos de producción, permaneciendo inédita la banda sonora y con ella la voz que se había grabado de Kraus.

Qué pena que nos quedásemos sin la película…, pero, ya que la banda sonora está grabada, ¿por qué no rescatarla? Ahí dejo la pregunta por si alguien estuviese en situación de poder coger el testigo.

(Imagen: fotografía de la agencia EFE; https://efs.efeservicios.com/foto/madrid-031061-actriz-britanica-diana-dors-llega-palma-mallorca-procedente-madrid/8000421521).

lunes, 26 de abril de 2021

Don Juan y su añorado pueblo de Valdelageve

Muchas veces, con letras pequeñas, contó mi padre, Juan-Eloy Montero Picón, por qué tomó Valdelageve como primer pueblo en el mundo de la enseñanza. Voy a explicarlo.

Quiero comenzar recordando a mis paisanos y lectores que él venía de una familia muy integrada en el mundo de la enseñanza. Sus padres eran maestros y a Peñaranda de Bracamonte acabaron llegando destinados. Cuando comenzó a trabajar, su madre -mi abuela Pilar- ya había fallecido y su padre -mi abuelo Severiano- contrajo nuevamente matrimonio con otra maestra, de nombre Francisca. Su hermana mayor, mi tía Vicenta, también era maestra y por si eso fuera poco, se casó con otro maestro, mi tío Desiderio.

Cuando mi padre terminó los estudios de Magisterio aprovechó el tiempo para hacer prácticas en la escuela unitaria que regentaba su padre, don Severiano Montero Sánchez, donde permaneció hasta que aprobó en 1934 las oposiciones. 
Siempre dijo que su idea era ir a Fuenteguinaldo, un pueblo situado en el suroeste de la provincia, cerca de la frontera portuguesa. Pero la influencia de su padre tuvo más fuerza. No dejaba de ser un buen maestro y gran pedagogo, y estaba muy contento con la labor que hacía en su escuela de Peñaranda. Tal es así, que actualmente un colegio de educación infantil y primaria lleva su nombre. Finalmente mi abuelo convenció a su hijo para que tomase posesión de la escuela unitaria de Valdelageve.

Tocando este punto, mi padre siempre fue muy escueto. Solamente comentaba que ambos, muy contentos y felices, hicieron el viaje en taxi hasta el pueblo que mi abuelo había entre escogido y recomendado. Y allí dejó a su hijo. Luego, cuentan que… regresó a Peñaranda llorando.

Estábamos en el año 1934. Mi padre tenía 20 años y unas ganas enormes de trabajar. Fue bien recibido, poco a poco mejor tratado y aún más querido. Así lo dejé plasmado en una entrada que publiqué hace ya diez años y que titulé “Un maestro que dejó huella”:

“Los comienzos fueron bastante difíciles. Solamente asistían a clase ocho alumnos, sin embargo, en lugar de acobardarse se dedicó a trabajar incansablemente. Era un gran amante de la enseñanza, una persona muy cumplidora, un gran pedagogo, serio, enérgico y exigente en su trabajo”.

Yo me reía mucho con un alumno suyo de esos años, Zacarías Fernández Rodríguez, cuando me aseguraba que llegaron a asistir 60. Le insistía que mi padre siempre dijo que fueron 56, a lo que él, revocándome, me contestaba: “No, no, éramos 60; quizá aquel día faltasen 4”. Nuestro amigo y paisano Zacarías falleció el día 26 de octubre del 2020 a los 92 años de edad.

Bien es cierto que mi padre, don Juan, siempre dijo: “En Valdelageve pasé los más bonitos, mejores y felices años de mi vida”.

(Fotografías: en la primera, a la izquierda, mi abuelo Severiano Montero Sánchez; a la derecha, mi padre, Juan-Eloy Montero Picón; en la segunda, mi padre, a la izquierda, de pie y con corbata; mi abuelo, sentado a la derecha; y en la tercera, mi padre con sus alumnos y alumnas de Valdelageve).