jueves, 3 de noviembre de 2022

Toros y plazas de toros en Salamanca (y 4)


Vuelven las corridas de toros a la Plaza Mayor, ya en el siglo XX

Pasados los años, la Plaza Mayor volvió a ser el escenario de dos corridas de toros, pero esta vez por motivos especiales. La primera de ellas se celebró el sábado 15 de julio de 1972. Fue nocturna y se retransmitió por televisión a través de Mundovisión. Fue así como se recogió por el semanario El Ruedo en la crónica publicada el 18 de julio:

En el recinto de la plaza Mayor salmantina se celebró esta noche la anunciada corrida de toros a beneficio de la Cruz Roja y que fue retransmitida en directo por TVE a varios países.
Hizo el despeje de la plaza un enganche de cuatro caballos andaluces, en el que iban las siete madrinas de la corrida ataviadas con el traje charro. Seguía la banda de cornetas y tambores de la Cruz Roja salmantina.
En primer lugar, con un toro de Francisco Galache, el rejoneador Álvaro Domecq se lució como caballero y como rejoneador. Clavó dos rejones de hoja de peral, cuatro pares de banderillas, uno de cortas, y mató de tres rejones. Se le concedió una oreja y dio la vuelta al ruedo.
Gabriel de la Casa, a un toro de Mercedes Pérez Tabernero, llegó a la muleta muy quedado, faena por derechazos, para dos pinchazos y una entera. Aplausos. En su segundo, de Eusebio Galache Cobaleda, que dio buen juego, fue ovacionado con la capa, faena con pases de todas las marcas entre ovaciones. Una casi entera y un descabello, dos orejas y dos vueltas con salida a hombros al final.
José Falcón fue ovacionado en sus dos toros al banderillear. En el primero, de Herederos de Manuel Arranz, que dio buen juego, a pesar de quedar momentáneamente conmocionado al topar con un burladero, faena por derechazos, adornos y naturales, para una estocada, dos orejas y vuelta. En su segundo, de Manuel Santos Galache, que llegó quedado al último tercio, nada más iniciarse la lidia se tiró un espontáneo, y al quererle retirar un banderillero cayeron los dos al suelo. El banderillero pudo levantarse, pero el espontáneo fue alcanzado por el toro, ocasionándole un varetazo leve en la espalda, del que fue asistido en la enfermería. Falcón hizo una faena con pases por alto y derechazos, para una entera que basta. Ovación y vuelta.


Juan José, en su primero, de Juan Mari Pérez Tabernero Montalvo, fue volteado sin consecuencia. A un bicho quedado, apenas le dio unos pases por bajo. Pinchó diez veces, una estocada caída y un descabello. Oyó dos avisos.
En el último de la noche, de Eusebio Galache Cobaleda, que anduvo distraído, fue ovacionado con la capa, faena con la derecha por naturales y por alto. Terminó de tres pinchazos y una entera, que basta. Aplausos.
En el intermedio fue entregada a los tres diestros y al rejoneador una medalla de la Cruz Roja salmantina”.


La segunda y última corrida de toros del siglo XX celebrada en la Plaza Mayor

Dos décadas más tarde, el 13 de junio de 1992, fue cuando volvió a transformarse la Plaza Mayor en plaza de toros. El motivo, la Feria Universal Ganadera. El festejo taurino fue conocido como Corrida Iberoamericana del Centenario, para hacerlo coincidir con el V Centenario del Descubrimiento de América. Como la anterior, también se celebró por la noche, siendo televisada en esta ocasión a través de La 2 de RTVE.


Se lidiaron 6 toros de la ganadería salmantina de Sepúlveda  para los matadores José Ortega Cano, Víctor Mendes y César Rincón.


Plaza de toros de El Castañar, “la Ancianita”  (1711-¿?)

Para finalizar este corto recorrido, creo que es necesario hacer mención a la antiquísima plaza de toros de El Castañar, sita en Béjar, a la que se le ha dado el nombre de  “la Ancianita”.


Me baso principalmente en una entrevista que Manuel Torrico hizo a Miguel Rodríguez Bruno, autor del libro La fiesta taurina en Béjar, y que fue publicada en El Adelanto el domingo 16 de octubre de 2005. El autor del libro se refirió en principio a los festejos taurinos que se celebraban en lugares como la Plaza Mayor o el entorno de la iglesia de Santa María. Luego nos aseguró:

“La primera noticia que tenemos documentada de corridas de toros en Béjar data del 20 de mayo de 1607, por lo que en el año 2007 se cumplirá el 400 aniversario de la fiesta taurina en nuestra ciudad”.

Añadiendo que no se celebraron festejos taurinos en El Castañar en torno a 1667, como se ha apuntado en algunas ocasiones. Entre los datos que aportó, estaba el relativo a la datación del coso taurino de Béjar, que se levantó en 1711, momento a partir del cual comenzaron a celebrarse corridas de toros. Todo esto ratifica, una vez más, que la de El Castañar es la plaza de toros más antigua de España.

A ello hay que añadir que en sus orígenes fue cuadrada, como todavía se pone de manifiesto en el tendido de la Virgen. También destaca el hecho de que, a pesar de su dilatada historia, ninguna persona ha fallecido en ella mientras se han celebrado festejos.




Bibliografía

ÁLVAREZ VILLAR, Julián. Salamanca desconocida. Salamanca, Caja Duero, 2003.
AUTORÍA COLECTIVA. Salamanca. Fragmentos de voces y miradas. Salamanca, Diputación de Salamanca, 2001.
AUTORÍA COLECTIVA. Conoce Salamanca. Diccionario enciclopédico de Salamanca y su provincia, tomo II. Salamanca, La Gaceta, 2002.
AUTORÍA COLECTIVA. La Glorieta, un siglo de historia del toreo. Salamanca, Gruposa, sin fecha.
DE SENA, Enrique. Fiestas de Salamanca en fotografías de V. Gombau. Salamanca, Ayuntamiento de Salamanca, 1993.
DE SENA, Enrique y PEÑA, Jaime. Salamanca en las fotografías de Venancio Gombau. Salamanca, Ayuntamiento de Salamanca, 1990.
FALCÓN, Modesto. Salamanca artística y monumental. Salamanca 1867-2000. Salamanca, edición de José Antonio Bonilla Hernández, Caja Duero, 2000.
FRANCIA, Ignacio. Guía secreta de Salamanca. Salamanca, Sedmay ediciones, 1979.
G. EGIDO, Luciano. Las ramas del árbol Salamanca. Salamanca, Edifsa, 2013.
HERNÁNDEZ  R., César. “La Escalerilla del Arco del Toro”, en Salamanca en el Ayer, 10-02-2022; https://www.salamancaenelayer.com/2022/02/la-escalera-del-arco-del-toro.html
KENT, Conrad. La Plaza Mayor de Salamanca. Historia fotográfica de un espacio público. Salamanca, Junta Castilla León y Ayuntamiento de Salamanca, 1998.
“La corrida de la Cruz Roja, en directo, por mundovisión. Gabriel de la Casa, Falcón y Álvaro Domecq cortaron trofeos”, en El Ruedo. Semanario Gráfico de los Toros. Madrid, 18-07-1972.
ODRÍA, Luis Felipe. Cronología histórica del toreo, 1526-2005. Madrid, Egartorre Libros, 2006.
PÉREZ-LUCAS, María Dolores. Un paseo por la Historia de Salamanca. Madrid, Fundación Germán Sánchez Ruipérez, 2002.
RODRÍGUEZ G. DE CEBALLOS, Alfonso. La Plaza Mayor de Salamanca. Salamanca, Universidad de Salamanca, 1991.
TORRICO, Manuel. “Un libro: el origen de la fiesta taurina en el siglo XVIII”, entrevista Miguel Rodríguez Bruno. Salamanca, diario El Adelanto, 16-10-2005.
VILLAR Y MACÍAS, M. Historia de Salamanca, Libro IX. Salamanca, Graficesa, 1975.



(Imágenes: 1ª, corrida de 1972 en la Plaza Mayor, en mundotoro; 2ª, crónica publicada en el semanario El Ruedo; 3ª, corrida de 1992 en la Plaza Mayor, en Fundación Toro de Lidia; 4ª, plaza de toros de Béjar, en AplausoS; y 5ª, salida de  una corrida en la plaza de La Glorieta, de Cándido Ansede; 6ª, "Toro de lidia", obra de Gabriel Sánchez Calzada, frente a la entrada de la plaza de La Glorieta, de Juan-Miguel Montero Barrado).

Toros y plazas de toros en Salamanca (3)


La que pudo ser primera plaza de toros y no fue

Es lo que se desprende de la lectura de la obra Conoce Salamanca (tomo II). Diccionario Enciclopédico de Salamanca y Provincia, editada por La Gaceta de Salamanca en 2002:

“La primera plaza de toros estable comenzó a hacerse en 1832 en el derruido monasterio de San Vicente, aunque se paralizó la obra por estarse construyendo en terreno de los benedictinos”.


Plaza del Concejo o de don Giralt  (1838-¿?)

De nuevo con Manuel Villar y Macías y su Historia de Salamanca:

“(…) y se celebraron también en 1838, en la huerta del convento del Carmen Descalzo, donde toreó por última vez en Salamanca el renombrado Francisco Montes. Ahora ocupa el solar donde fueron estas corridas, la plazuela de la Libertad y las casas que miran al mediodía”.


Enrique de Sena, por su parte, en su libro Fiestas de Salamanca en fotografías de V. Gombau, nos lo explica de mejor y más pormenorizada forma:

“Y en 1838, muy próxima a la Plaza Mayor, en la que fuera Convento del Carmen Descalzo, cuyo templo era la actual iglesia de Nuestra Señora del Carmen, huerta que se extendía por el Sur hasta dejar una estrecha calle al hilo de las casas adosadas a la Plaza Mayor, la calle de Pericacho, origen de lo que antes de mediados del siglo XIX será la Plaza de la Libertad. En esa huerta o corral, acondicionado para la lidia y con el montaje de talanqueras y gradas para el público, toreó Francisco Montes”.


Plaza de toros del Campo de San Francisco  (1840–1861)

El día 1 de octubre de 1839 José de Ojesto comenzó la construcción de la primera plaza de toros propiamente dicha que ha tenido Salamanca. Estaba situada en lo que fueron los jardines del Palacio de Monterrey y que actualmente lo ocupa el convento de las Adoratrices.

Se levantó con las piedras del derribo del convento de San Vicente y parte del de San Francisco, ambos derruidos por los franceses en la guerra de la Independencia. Fue inaugurada en las Ferias de septiembre del año siguiente, el 1840, con una capacidad para unos 7.000 espectadores. Se celebraron las últimas corridas en las Ferias de 1861, en las que toreó el afamado matador “Cúchares”. En esta plaza toreó en repetidas ocasiones el torero bejarano, y luego ganadero, Julián Casas del Guijo “El Salamanquino”, que fue una de las grandes figuras de la tauromaquia del siglo XIX.


Solamente estuvo activa durante 21 años, por adolecer de falta de seguridad. La plaza fue demolida de inmediato y las piedras fueron trasladadas y utilizadas en la construcción de una nueva plaza, sita en las eras de las Juanelas.

Y mientras tanto, para que todo llevara un orden, las corridas de las Ferias de 1862 y 1863 tuvieron lugar de nuevo en la Plaza Mayor, como ya expuse en el capítulo que lleva su nombre.


La Virgen de los Toreros

Justo al lado de la antigua plaza de toros en el Campo de San Francisco, a la derecha de la fachada de la iglesia de Santa María de los Caballeros, había, y continúa estando, una pequeñita capilla. A través de la puerta enrejada, y al fondo, se puede observar un cuadro, actualmente muy oscurecido, en el que está representada una Virgen Dolorosa. Es conocida como la Virgen de los Toreros y es que era costumbre que los diestros acudieran allí para orar antes de cada corrida.



Plaza de toros de las Juanelas o de los Mínimos (1864-1892)

Entre la Puerta Zamora y la plaza de Julián Sánchez el Charro, en lo que es el barrio de Labradores, y al lado de la calle Eras estuvo asentada la segunda y, de hecho, verdadera plaza de toros habida en Salamanca. Fue conocida de dos formas: como las Juanelas, por el nombre que heredó de la eras que en esa zona existían y sobre las que se construyó; y como los Mínimos, por el convento que también allí hubo, perteneciente a los padres Mínimos de San Francisco de Paula.

La plaza comenzó a construirse el 6 de abril de 1864 y fue inaugurada el 11 de septiembre del mismo año, justo con la primera corrida de feria. Su aforo fue de 7.160 espectadores. Las últimas corridas celebradas fueron las de las Ferias de 1892.


A posteriori, y hasta el día 6 de noviembre de 1902, en que comenzó a ser derribada, continuaron celebrándose, si bien en contadas ocasiones, algunas lidias de toretes, mojigangas, espectáculos circenses, etc.

Fue precisamente el día 6 de noviembre de 1902, después de oír misa en la Iglesia de San Juan de Sahagún, cuando don Juan Casimiro Mirat, sus hijos y un grupo de obreros se acercaron a la plaza de toros y comenzaron a derribarla. En 4 años, aprovechando los materiales, quedaron construidos los “4 hotelitos de Mirat”, llamados así porque en el pleno municipal del 7 de mayo de 1906 se otorgó el nombre de la avenida a este personaje.


La Glorieta  (desde 1893)

Las obras de lo que habría de ser la plaza de toros todavía existente comenzaron en abril de 1892. Cecilio González Domingo fue el ingeniero que diseñó la plaza y la dirección de las obras corrió a cargo del arquitecto Vargas Aguirre. Su finalización tuvo lugar en agosto de 1893. El importe total ascendió a 452.193 pesetas, siendo desembolsadas íntegramente por 213 comerciantes, artesanos, industriales y ganaderos salmantinos. Buscaban, de esta forma, dar un mayor impulso al comercio e industria de la ciudad y provincia, atrayendo a la vez mayor número de clientes a los festejos de septiembre. De ahí que también la plaza fuese conocida como  “la plaza de las doscientas familias”.


Está situada al final del Paseo del doctor Torres Villarroel, en la intersección de las carreteras de Fuentesaúco y Valladolid. Su construcción es de piedra y ladrillo, constando de tres pisos. Tal como se refiere en la enciclopedia electrónica WikiSalamanca:

“La plaza se cataloga dentro de la arquitectura ecléctica en la que destaca la novedad de la articulación exterior por galerías y el empleo del hierro, lo que da gran esbeltez  y ligereza a su galería superior”.

El aforo inicial fue de 10.858 espectadores, con un diámetro de ruedo de 54 metros. Consta de seis accesos como si arcos triunfales fuesen, destacando sobre todo el de la entrada principal, que mira hacia la ciudad y cuya altura ocupa el espacio de dos pisos. En el lado opuesto se encuentran las dependencias propias del servicio de encierros.


La corrida inaugural tuvo lugar el 11 de septiembre de 1893, actuando mano a mano los matadores de toros Luis Mazzantini y Rafael Bejarano “Torerito”, que sustituyó a su primo Rafael Guerra “Guerrita”, al haber sufrido este último una cogida días antes en Murcia. Y precisamente “Torerito” fue quien cortó en esta nueva plaza la primera oreja, concretamente al cuarto toro. Los astados pertenecieron a la divisa de don Eloy Lamamié de Clairac y Bermúdez de Castro.


La estrella de David

Resulta curioso y, además, me llama mucho la atención ver coronado el Palco de Presidencia o de Autoridades de la plaza de la Glorieta, justamente por debajo del escudo de la ciudad de Salamanca, la mencionada estrella de David o de Israel. Creo que alguien tendrá que decirnos o aclararnos algo al respecto. Por mi parte, de momento, lo único que puedo decir es que el 12 de enero de 2009, hablando con un empleado de la plaza, me confirmó lo siguiente: “Efectivamente, [la estrella] es de hierro y está colocada encima de la Presidencia de la Plaza de Toros”.



(Imágenes: 1ª, plano de la ciudad, Francisco Coello; 2ª, actual plaza de la Libertad, de Juan-Miguel Montero Barrado; 3ª y , ruinas de la plaza del Campo de San Francisco y "El Salamanquino", las dos de Venancio Gombau; 5ª, iglesia de Santa María de los Caballeros, de Juan-Miguel Montero Barrado; 6ª, Capilla de los Toreros, en Julián Álvarez Villar; 7ª, vista de la plaza de las Juanelas, al fondo, desde el barrio del Conejal, de Venancio Gombau; 8ª, las 213 personas que sufragaron la plaza de toros de la Glorieta. de Venancio Gombau; 9ª y 10ª, primer cartel de la plaza de la Glorieta y Rafael Bejarano “Torerito”; 11ª, palco de la presidencia de la plaza de toros, con la estrella de David, de Felipe Carpio).

miércoles, 2 de noviembre de 2022

Toros y plazas de toros en Salamanca (2)

La Mariseca


Efectivamente, la noticia más antigua que se conserva por escrito acerca de la Mariseca se refiere al año 1455. Manuel Villar y Macías, en el Libro IX de su Historia de Salamanca, nos dice:

“Antiguamente, como se celebraban las funciones con más frecuencia, la Mariseca se izaba las vísperas que le correspondían, estando encargado de su colocación el que tenía a su cuidado las medidas del ayuntamiento; que por el trabajo de ponerla y pintarla le daban un toro de los que eran muertos en las corridas, según dispuso el municipio el 13 de agosto de 1455. Tales son nuestras noticias acerca de este para tantos regocijador estandarte”.

La primitiva Mariseca no tenía nada que ver como la actual. En un principio -se dice- fue un maniquí de aspecto ridículo que se colocaba encima del Rollo que había en la plaza de San Martín. Y es exactamente en 1669 cuando se desplomó, con tan mala fortuna que mató a un hombre que por allí pasaba.

Luego sabemos de una nueva Mariseca, que fue colocada en el Pabellón Real, en las inmediaciones de San Fernando. Estaba compuesta de un bastidor con una tela roja en la que se estampaba la figura de un toro y los días que se celebraban las corridas. Pero he aquí que en el año 1806 sucedió una  nueva desgracia, pues el operario que colocaba la enseña taurina cayó a la plaza, quedando muerto en el acto. Por esa razón se decidió pasarla al edificio del Ayuntamiento.

Fue a partir de 1840, en la inauguración de la primera plaza de toros habida en Salamanca, situada en el Campo de San Francisco, cuando se estrena la nueva Mariseca. Se trata de un mástil, en cuyo ápice hay un toro de lata pintado de negro y sobre el que aparecen en números blancos las fechas en que han de celebrarse las corridas. Debajo se coloca la bandera con los colores nacionales. Es la que actualmente conocemos y se coloca encima de la espadaña del edificio  del Ayuntamiento el día 25 de julio de cada año, coincidiendo de la fiesta de Santiago Apóstol. De esa manera se anuncia que habrá corridas de toros en las Ferias de septiembre.


La Plaza Mayor  (1733–1840…)


La construcción de la Plaza Mayor comenzó en el año 1729 y finalizó en 1755. La primera corrida en el nuevo marco, aun sin finalizar, tuvo lugar en 1733, con motivo de la consagración de la Catedral Nueva. Luego continuarían celebrándose hasta las Ferias de septiembre de 1840, que fue cuando se inauguró la plaza de toros del Campo de San Francisco.

Conviene aclarar, como nos indica nuestro historiador Manuel Villar y Macías, que “la Plaza Mayor se reservaba para los grandes festejos”, como fue el caso, en octubre de 1846, de las bodas de la reina doña Isabel II y la de su hermana, la Princesa de Asturias.

Debido a la enorme afición a los toros, diversas entidades y organismos públicos poseían edificios en la Plaza Mayor, para que así sus miembros más notables pudieran disfrutar desde los balcones de estos espectáculos. Ocurría con el Cabildo de la Catedral, la Casa de la Clerecía de San Marcos, la Casa de la Universidad, la Casa de la Encomienda de San Juan de Barbalos, el Palacio del Conde de Grajal, etc. Para tal fin el Mesón de los Toros, en el callejón cercano a la calle Concejo, y el Mesón de la Solana, en la actual calle Concejo y que fue una de las mejores hostelerías de la ciudad, tuvieron en ella ubicadas sus balconadas… 

El pueblo se asentaba en las talanqueras. Y tal como reflejó Diego de Torres Villarroel en unos versos sabrosamente satíricos, escritos a finales del siglo XVIII, esto ocurría con las mujeres:

Bien descaradotas son,
pues sin vergüenza, ni miaja,
señas, y gestos jacían
a balcones, y ventanas.
Se puson allí en visita
las tales picaronazas,
y estaban a todo el Mundo
enseñándole llas patas.

También los festejos de las ferias de septiembre 1862 y 1863 tuvieron que darse en la Plaza Mayor, al quedar la plaza del Campo de San Francisco inhabilitada por la amenaza al desplome, como así sucedió de inmediato.


Fue precisamente el año 1863 cuando del fotógrafo portugués Belvedere plasmó la imagen tan famosa, y que todos conocemos, de la fachada principal de la Plaza Mayor durante la celebración de una típica corrida de toros. En ella pueden verse los balcones llenos de gente; la parte de debajo de la grada, muy concurrida; en el centro de la plaza, un toro y torero; y por último, la famosa farola de hierro cubierta en su parte inferior de madera, que servía para protegerla y a la vez para hacer de burladero.

En su obra La Plaza Mayor de Salamanca. Historia fotográfica de un espectáculo público, nos cuenta esto Conrad Kent:

“Es también digna de verse cuando hay función de toros, pues entre tendidos y balcones se colocan de 16 a 20.000 personas, siendo el producto de 80 a 90.000 reales”.


El Pabellón Real


Está
situado en el lado este de la Plaza Mayor y la parte por la  que comenzó su construcción. Se denomina así por el rey Felipe V, el impulsor de las obras, y porque desde su balcón central presenciaba los espectáculos taurinos. La que fue la última corrida nos lo recuerda con precisión Enrique de Sena en su libro Fiestas de Salamanca en fotografías de V.  Gombau:

“(...) el recinto cívico principal de la ciudad acoge a la multitud [devota de Frascuelo]. Exactamente el domingo 14 de febrero de 1869”.


La Escalerilla del Arco del Toro

Es un reciente e interesante artículo de César Hernández R. se puede leer lo siguiente:

“Desde 1733 hasta 1907 una rampa en el Arco del Toro permitió el paso de carruajes y bestias entre la Plaza Mayor y la Plaza de la Verdura, hasta el verano de 1907, cuando el Ayuntamiento decidió sustituir la rampa por una escalinata, como complemento a la Exposición Regional que se celebraría en el interior del todavía no inaugurado edificio del Mercado Central de Abastos. No era la primera vez que se planteaba en el consorcio la supresión de la rampa, pero esta vez fue definitiva”.


Los toriles

Al Arco de San Pablo se le otorgó el nombre de Arco del Toril de la plaza del Poeta Iglesias, pues fue ahí donde se ubicaron los primeros chiqueros y, a la vez, por el que los bravos hacían su particular entrada. Los toriles también estuvieron en otros lugares, como el Arco del Toro, debajo del Pabellón Real, el Arco de la acera de San Martín e incluso el del Ayuntamiento, este último llamado también Toril de la calle Zamora.


Los cambios en la Plaza Mayor desde finales del XIX

Trasladadas finalmente las fiestas taurinas de la Plaza Mayor, se iniciaron de inmediato cambios, reinando siempre el verde. El que se realizó en 1900 fue el más aparente, con un estanque redondo en medio y a su alrededor jardines y árboles. Finalmente hacia 1922 fue cuando llegó aquella transformación que mucha gente tiene todavía en mente, gracias a las fotografías que se conservan. Se trata de una Plaza con el templete de música en medio y rodeado, si bien más moderadamente, de jardines, árboles y alguna farola.



(Imágenes: 1ª, la Mariseca, en Hotel Helmántico; 2ª, escena de toros, de Puri Sánchez; 3ª, corrida de toros de 1863, de Belvedere, en Konrad Kent; 4ª y 5ª, Pabellón Real y escalerilla del Arco del Toro, de Juan-Miguel Montero Barrado; y 6ª, remodelación de la Plaza Mayor de 1900, de Venancio Gombau).

martes, 1 de noviembre de 2022

Toros y plazas de toros en Salamanca (1)

Plaza del Azogue Viejo, actual plaza de Anaya (¿?-1455)


Hasta mediados del siglo XV fue el centro neurálgico de la ciudad. En ella se desarrollaba la vida mercantil y las fiestas, tanto profanas como eclesiásticas. Pero, tocando el tema que nos concierne, en ella también se llevaban a cabo los festejos taurinos en sus distintas formas: alanceamientos, torneos, juegos de cañas, corridas, etc. Todos ellos, espectáculos importantísimos, tanto en lo
 local como en lo más propiamente universitario.


Plaza de San Martín  (1455–1729)

Fue desde mediados del siglo XV  cuando, poco a poco, comenzaron a trasladarse las múltiples actividades de la plaza del Azogue Viejo a la plaza de San Martín. Se denominaba así por la iglesia que en ella se encontraba asentada y que también compartía los espacios que hoy ocupan las plazas del Mercado, del Peso, del Ángel, del Poeta Iglesias y del Corrillo, el Gran Hotel (actualmente, Edificio Gran Hotel), las calles Quintana y San Juan de la Cruz, y la Plaza Mayor.


En medio de la plaza de San Martín se elevaba la horca donde se ajusticiaba a los malhechores. También existía un rollo sobre el que se colocaba, en su momento, la Mariseca. La noticia más antigua que tenemos por escrito acerca de ella se refiere al año 1455, según lo atestigua también nuestro insigne historiador Manuel Villar y Macías.

Volviendo al tema que a nosotros nos interesa y del que somos conocedores a través de diferentes investigadores, en este caso concreto por el mismo Villar y Macías, sabemos lo siguiente:

“La más antigua que tenemos de las corridas de toros en Salamanca, corresponde al año 1466, cuando León de Rosmithal y de Blana, cuñado del rey de Bohemia Jorge Podiebrand, que salió de Praga el 26 de Noviembre de 1465, con un séquito de cuarenta personas y cincuenta y dos caballos, llegó a España muy entrado el año 1466, se halló en esta ciudad, y asistió a la corrida de toros del día de Santiago, en que el tercero mató a dos hombres, hirió a ocho y a un caballo; verdad es que la manera de lidiar entonces era muy diferente de la moderna, en que por ser mayor el arte y destreza son menos frecuentes las desgracias”.


En aquel tiempo las corridas consistían en el toreo a caballo, ejercicio de habilidad de los jinetes que tenían ganas de demostrar sus dotes ecuestres y su amor al riesgo alanceando toros y ofreciéndose en espectáculo a la plebe y en homenaje a sus damas. En Salamanca esto ocurrió durante siglos y hay noticias de rejoneadores,  que participaban en estos festejos,  como Agustín González, natural de la ciudad, que actuó por los años 90 del siglo XVII.

Junto al toreo a caballo, y como complemento o ayuda, los criados de los caballeros, que después se profesionalizaron en el oficio, empezaron a hacer a partir del siglo XVII un toreo a pie, que fue germen del actual. Es así como lo describe Luciano G. Egido en su libro Las ramas del árbol Salamanca. Y continúa diciendo en su misma obra:

“En el año 1467 el rey Enrique IV le concedió a Salamanca la celebración de la feria de ganados en el mes de septiembre, lo que traerían las fiestas populares, con corridas de toros incluidas. Desde entonces se perpetuarían estas costumbres y ya no dejarían de figurar en los programas de las fiestas comunales”.


A lo que hay que añadir que actualmente coinciden con las fiestas de la patrona de Salamanca, la Virgen de la Vega. Es más, llegaron a ser tan importantes los acontecimientos taurinos en nuestra ciudad, no solo a nivel local, sino nacional e internacional, que nuestro escritor escribe en otro apartado:

“Las referencias a las corridas de toros -celebradas en la plaza de San Martín y luego en su continuación, la Plaza Mayor- son constantes entre los extranjeros que pasan por la ciudad y se pasman ante la fiesta taurina”.

María Dolores Pérez-Lucas, en su obra Un paseo por la Historia de Salamanca, puntualiza:

“Las corridas de toros enardecían a los salmantinos de todas clases sociales, desde plebeyos hasta nobles, pasando por los catedráticos de la Universidad y sin olvidar a los curas. Entre los últimos había grandes aficionados, a tal punto que el Papa [Pío V] prohibió [en 1567] su asistencia al taurino espectáculo”.


También Ignacio Francia, en su Guía Secreta de Salamanca, insiste en que:

“Cualquier pretexto era bueno para celebrar corridas, además de los motivos tradicionales. Por ejemplo, la concesión de grados académicos, con la torada a expensas de los nuevos doctores”.

Nuestro ilustre historiador Manuel Villar y Macías, en su Historia de Salamanca (Libro IX, p. 102), nos sigue contando:

“Grande es hoy la afición a las corridas de toros, pero no era menor en los tiempos pasados, pues además de las tres fiestas de San Juan, Santiago y Nuestra Señora de Agosto, no había canonización de santo, consagración de iglesia, fiesta de cofradía, proclamación de monarca, regio enlace, nacimiento de príncipe, batalla ganada y grado de doctor que no diese lugar a la celebración del anhelado regocijo, pues regocijo era cada corrida de toros, y rara vez se denominaban así otras fiestas, y esta palabra parece que da a entender que era la fiesta por excelencia”.

Para concluir este importante capítulo quiero retomar otro recorte de Luciano G. Egido, en el que se expresa así:

“Junto a la Universidad han sido los toros otro de los pilares de la fama de Salamanca en España, basada en las grandes dehesas de la provincia, que propiciaron la cría  y selección de los toros de lidia, que proveerían de material animal  a la fiesta nacional durante siglos hasta nuestros días”.



(Imágenes: 1ª, plaza de Anaya, de Juan-Miguel Montero Barrado; 2ª, plano del entorno de lo que fue la Plaza Mayor, en Alfonso Rodríguez G.  de Ceballos; 3ª y 5ª, de la serie de grabados Tauromaquia, de Francisco de Goya,; 6ª, escenas de toros, en Getty-Images; y 7ª, dehesa salmantina, Salamanca. Fragmentos de voces y miradas.

lunes, 5 de septiembre de 2022

El comienzo de las fiestas en Valdelageve a través de las fotografías

Por motivos extras este año 2022 fueron adelantadas las fiestas de nuestro pueblo. Concretamente, del día 10 al 6 de agosto. También  ha cambiado mi forma de escribir y narrar, dando paso a mostrar gráficamente lo que fue el comienzo o introducción de las fiestas.

Diana floreada. Ángel Rufino de Haro, “El Mariquelo”, hace un alto en el recorrido y saluda a Juan-Miguel, un íntimo amigo gevato.

Diana floreada. Un segundo gaitero, Víctor, hace otro tanto en el recorrido para saludar a un grupo de gevatos.


La procesión de la Virgen de Fátima en formación

La siempre dificultosa salida del recinto parroquial.

Una de las paradas de la procesión, con sus bailes y cantos a la Virgen.

Después de la ofrenda, en la que los gevatos muestran cada año su generosidad, capto a Cresce, alcalde del pueblo, que se encuentra junto al grupo de danza y gaiteros.


Imagen de Ntra Sra. de Fátima, delante de la puerta de la iglesia.

Uno de los  momentos de la misa, en la que "El Mariquelo" entona una canción.


Jolgorio y algarabía al son de las gaitas y tamboriles, una vez terminado el acto religioso.

Dos gevatos de pro: Cresce, el alcalde, y Juan-Miguel.

"El Mariquelo" y su esposa María, y en el centro, Justo, joven gevato, pero ya con mucha solera.

Juan Miguel y algunos miembros de su familia.

Gran actuación del grupo antes de la comida.


Sigue la fiesta con la música y la danza del Toro y la Rana, de “Salamanca Universal”.


En el bar el Ayuntamiento agasaja al pueblo con una excelente selección de embutidos, amén de empanadas, hornazos y bebidas; a posteriori, ya en el exterior, lo hace con una rica y esmerada comida.

Toca irme despidiendo de mi querido y añorado pueblo...

... y para ello no tengo más remedio que hacerlo recitando el estribillo de la canción "Pueblito mi pueblo", de Carlos Guastavino:

Pueblito, mi pueblo,
extraño tus tardes,
querido pueblito,
no puedo olvidarte.

Gracias a mis queridos amigos gevatos, así como a todos los simpatizantes y lectores de este blog.


(Fotos: Esther y Juan-Miguel Montero).