miércoles, 2 de noviembre de 2022

Toros y plazas de toros en Salamanca (2)

La Mariseca


Efectivamente, la noticia más antigua que se conserva por escrito acerca de la Mariseca se refiere al año 1455. Manuel Villar y Macías, en el Libro IX de su Historia de Salamanca, nos dice:

“Antiguamente, como se celebraban las funciones con más frecuencia, la Mariseca se izaba las vísperas que le correspondían, estando encargado de su colocación el que tenía a su cuidado las medidas del ayuntamiento; que por el trabajo de ponerla y pintarla le daban un toro de los que eran muertos en las corridas, según dispuso el municipio el 13 de agosto de 1455. Tales son nuestras noticias acerca de este para tantos regocijador estandarte”.

La primitiva Mariseca no tenía nada que ver como la actual. En un principio -se dice- fue un maniquí de aspecto ridículo que se colocaba encima del Rollo que había en la plaza de San Martín. Y es exactamente en 1669 cuando se desplomó, con tan mala fortuna que mató a un hombre que por allí pasaba.

Luego sabemos de una nueva Mariseca, que fue colocada en el Pabellón Real, en las inmediaciones de San Fernando. Estaba compuesta de un bastidor con una tela roja en la que se estampaba la figura de un toro y los días que se celebraban las corridas. Pero he aquí que en el año 1806 sucedió una  nueva desgracia, pues el operario que colocaba la enseña taurina cayó a la plaza, quedando muerto en el acto. Por esa razón se decidió pasarla al edificio del Ayuntamiento.

Fue a partir de 1840, en la inauguración de la primera plaza de toros habida en Salamanca, situada en el Campo de San Francisco, cuando se estrena la nueva Mariseca. Se trata de un mástil, en cuyo ápice hay un toro de lata pintado de negro y sobre el que aparecen en números blancos las fechas en que han de celebrarse las corridas. Debajo se coloca la bandera con los colores nacionales. Es la que actualmente conocemos y se coloca encima de la espadaña del edificio  del Ayuntamiento el día 25 de julio de cada año, coincidiendo de la fiesta de Santiago Apóstol. De esa manera se anuncia que habrá corridas de toros en las Ferias de septiembre.


La Plaza Mayor  (1733–1840…)


La construcción de la Plaza Mayor comenzó en el año 1729 y finalizó en 1755. La primera corrida en el nuevo marco, aun sin finalizar, tuvo lugar en 1733, con motivo de la consagración de la Catedral Nueva. Luego continuarían celebrándose hasta las Ferias de septiembre de 1840, que fue cuando se inauguró la plaza de toros del Campo de San Francisco.

Conviene aclarar, como nos indica nuestro historiador Manuel Villar y Macías, que “la Plaza Mayor se reservaba para los grandes festejos”, como fue el caso, en octubre de 1846, de las bodas de la reina doña Isabel II y la de su hermana, la Princesa de Asturias.

Debido a la enorme afición a los toros, diversas entidades y organismos públicos poseían edificios en la Plaza Mayor, para que así sus miembros más notables pudieran disfrutar desde los balcones de estos espectáculos. Ocurría con el Cabildo de la Catedral, la Casa de la Clerecía de San Marcos, la Casa de la Universidad, la Casa de la Encomienda de San Juan de Barbalos, el Palacio del Conde de Grajal, etc. Para tal fin el Mesón de los Toros, en el callejón cercano a la calle Concejo, y el Mesón de la Solana, en la actual calle Concejo y que fue una de las mejores hostelerías de la ciudad, tuvieron en ella ubicadas sus balconadas… 

El pueblo se asentaba en las talanqueras. Y tal como reflejó Diego de Torres Villarroel en unos versos sabrosamente satíricos, escritos a finales del siglo XVIII, esto ocurría con las mujeres:

Bien descaradotas son,
pues sin vergüenza, ni miaja,
señas, y gestos jacían
a balcones, y ventanas.
Se puson allí en visita
las tales picaronazas,
y estaban a todo el Mundo
enseñándole llas patas.

También los festejos de las ferias de septiembre 1862 y 1863 tuvieron que darse en la Plaza Mayor, al quedar la plaza del Campo de San Francisco inhabilitada por la amenaza al desplome, como así sucedió de inmediato.


Fue precisamente el año 1863 cuando del fotógrafo portugués Belvedere plasmó la imagen tan famosa, y que todos conocemos, de la fachada principal de la Plaza Mayor durante la celebración de una típica corrida de toros. En ella pueden verse los balcones llenos de gente; la parte de debajo de la grada, muy concurrida; en el centro de la plaza, un toro y torero; y por último, la famosa farola de hierro cubierta en su parte inferior de madera, que servía para protegerla y a la vez para hacer de burladero.

En su obra La Plaza Mayor de Salamanca. Historia fotográfica de un espectáculo público, nos cuenta esto Conrad Kent:

“Es también digna de verse cuando hay función de toros, pues entre tendidos y balcones se colocan de 16 a 20.000 personas, siendo el producto de 80 a 90.000 reales”.


El Pabellón Real


Está
situado en el lado este de la Plaza Mayor y la parte por la  que comenzó su construcción. Se denomina así por el rey Felipe V, el impulsor de las obras, y porque desde su balcón central presenciaba los espectáculos taurinos. La que fue la última corrida nos lo recuerda con precisión Enrique de Sena en su libro Fiestas de Salamanca en fotografías de V.  Gombau:

“(...) el recinto cívico principal de la ciudad acoge a la multitud [devota de Frascuelo]. Exactamente el domingo 14 de febrero de 1869”.


La Escalerilla del Arco del Toro

Es un reciente e interesante artículo de César Hernández R. se puede leer lo siguiente:

“Desde 1733 hasta 1907 una rampa en el Arco del Toro permitió el paso de carruajes y bestias entre la Plaza Mayor y la Plaza de la Verdura, hasta el verano de 1907, cuando el Ayuntamiento decidió sustituir la rampa por una escalinata, como complemento a la Exposición Regional que se celebraría en el interior del todavía no inaugurado edificio del Mercado Central de Abastos. No era la primera vez que se planteaba en el consorcio la supresión de la rampa, pero esta vez fue definitiva”.


Los toriles

Al Arco de San Pablo se le otorgó el nombre de Arco del Toril de la plaza del Poeta Iglesias, pues fue ahí donde se ubicaron los primeros chiqueros y, a la vez, por el que los bravos hacían su particular entrada. Los toriles también estuvieron en otros lugares, como el Arco del Toro, debajo del Pabellón Real, el Arco de la acera de San Martín e incluso el del Ayuntamiento, este último llamado también Toril de la calle Zamora.


Los cambios en la Plaza Mayor desde finales del XIX

Trasladadas finalmente las fiestas taurinas de la Plaza Mayor, se iniciaron de inmediato cambios, reinando siempre el verde. El que se realizó en 1900 fue el más aparente, con un estanque redondo en medio y a su alrededor jardines y árboles. Finalmente hacia 1922 fue cuando llegó aquella transformación que mucha gente tiene todavía en mente, gracias a las fotografías que se conservan. Se trata de una Plaza con el templete de música en medio y rodeado, si bien más moderadamente, de jardines, árboles y alguna farola.



(Imágenes: 1ª, la Mariseca, en Hotel Helmántico; 2ª, escena de toros, de Puri Sánchez; 3ª, corrida de toros de 1863, de Belvedere, en Konrad Kent; 4ª y 5ª, Pabellón Real y escalerilla del Arco del Toro, de Juan-Miguel Montero Barrado; y 6ª, remodelación de la Plaza Mayor de 1900, de Venancio Gombau).

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