Camino de Salamanca.
Después de la visita de Fuenterroble de Salvatierra, en el lugar conocido por Fuente Santa o Fuensanta están los restos de un antiguo monasterio franciscano. Desde aquí comenzamos a subir al pico de la Dueña, el más alto de Calzada y en el que se alza la cruz de Santiago, hecha en hierro forjado y con un peso aproximado de 80 kilogramos. Su fuste es de madera, formado por un palo central creosotado y reforzado perimetralmente con otros seis en apretado haz, que representan los siete municipios que colaboraron en la obra. Su autor es Salvador Castellano, peregrino de Zafra. La cruz la colocamos en 1998 los miembros de nuestra Asociación.
Bajamos hasta llegar a la carretera, caminamos en gran parte sobre ella, llegamos a la dehesa de Calzadilla de los Mendigos, lugar de descanso y donde los peregrinos nos abastecemos de agua. Detrás de las casas de la dehesa se puede apreciar un buen trecho del lomo de la calzada romana.
En San Pedro de Rozados entramos en Casa Carmen, un bar en el que dicen que se comen las mejores tortillas de la Calzada y donde hace años tenían un sello muy bonito para las credenciales. En Morille, alternativa del camino y antesala de la entrada en la ciudad de Salamanca, pudimos descansar y dormir en un albergue construido recientemente e inaugurado por nuestra Asociación en 2001. Ahora parece que están a punto de construir otro mayor y con un espacio adicional con el fin de utilizarlo como multiusos.
A la derecha de la carretera desde Aldeatejada hacia Salamanca pudimos apreciar nuevamente el lomo de la calzada romana hasta el terraplén que conforma el paso de la vía del ferrocarril de Portugal, paralelo al arroyo del Zurguén. Los restos fueron salvados de su destrucción gracias a las buenas gestiones de miembros de ACASAN-Vía de la Plata.
Una ruta alternativa entre Fuenterroble de Salvatierra y San Pedro de Rozados.
Lo que voy a contar ahora lo hago como un inciso en mi relato. Ocurrió después de lo que han sido mis caminatas a lo largo de la Calzada, más exactamente el día 19 de abril de 2008. Para ese día organizamos una marcha alternativa entre Fuenterroble de Salvatierra y San Pedro de Rozados, evitando pasar por el pico de la Dueña. La verdad es que fue un “día de perros”, porque llovió mucho. Desde Fuenterroble pasamos por Endrinal de la Sierra, Frades de la Sierra y llegamos al término municipal de Pedrosillo de los Aires.
En la finca de La Dueña de Abajo pudimos ver dos miliarios levantados. Los han colocado en la entrada, a unos 20 metros de la casa, que pertenece a Jesús. En la finca cercana de La Dueña de Arriba, perteneciente a Germán Sánchez Ruipérez, sabemos de la existencia de otros dos miliarios, que están catalogados, pero que no pudimos ver. Tenemos previsto una próxima visita.
Dentro de Pedrosillo de los Aires no pude por menos que acercarme a la dehesa de Castillejo, donde hubo unos fusilamientos al principio de la Guerra Civil. Digo esto porque precisamente estoy realizando desde hace unos meses un trabajo de investigación, a instancias de mi hermano Jesús, sobre un familiar lejano que murió en ese lugar y del que he conseguido saber muchas cosas, como su nombre completo, el lugar y la fecha de nacimiento, o el lugar y el día que le mataron. Para la visita a ese lugar conté con la compañía inestimable del actual Alcalde, Ángel.
Después fuimos a Monterrubio de la Sierra, donde estaba prevista la comida. Y aquí me ocurrió un percance que voy a contar con detalle. Cuando estaba buscando sillas para sentarme, como estaba el suelo mojado, resbalé y perdí el conocimiento. No me enteré de lo que ocurrió después, pero me lo han contado. Estuve atendido por varias peregrinas, entre ellas algunas enfermeras, que intentaron reanimarme dándome agua e incluso comida. La cosa acabó llamando a una ambulancia, que vino a buscarme y me llevó al Hospital Clínico. Después de las exploraciones y radiografías correspondientes, me diagnosticaron una rotura del hueso colles, en la muñeca.
El resto del grupo llegó a San Pedro de Rozados, donde estaba previsto el final de la marcha. En la siguiente que se hizo dos semanas después, en esta ocasión ya hasta Salamanca, se celebró una comida de confraternidad en Miranda de Azán, un pueblo que está muy cerquita de la capital. Como me encontraba bien después del percance, no me perdí ni la compañía de mis amigos ni la de los manjares que nos ofrecieron.
La llegada a Salamanca.
Entramos en Salamanca por el barrio del Arrabal. Lo primero que vi fue la iglesia de Nuestra Señora de Rocamador o de Roncesvalles, del siglo XII, con mucha tristeza para mí, descubrí que han eliminado el azulejo que había a la izquierda de la puerta de entrada, cuyo hueco está visible. En ese azulejo figuraba el nombre de “Nuestra Señora de Rocamador”.
La fábrica se concluyó en el año 1257 y posteriormente fue atendida por la Cofradía de Nuestra Señora de Rocamador. Como era costumbre de esta cofradía, junto a ella, en la parte izquierda y ya cerca del arroyo del Zurguén, se construyó un albergue-hospital, para atender a los peregrinos que llegaban cansados o heridos después de caminar por el Camino Mozárabe a Santiago, ahora llamado también Vía de la Plata.
La pequeña iglesia ha sido reconstruida en varias ocasiones, principalmente como consecuencia de las crecidas del río Tormes. La mayor de todas fue la del 26 de enero de 1616, día de San Policarpo, y la más reciente, a principios del siglo XX.
Siglos después el albergue-hospital fue convertido en viviendas, hasta hace pocos años, que fue derruido, quedando sólo la iglesia, que actualmente ha quedado rodeada por edificios de nueva construcción, separados de ella por escasos metros. Y lo que tantas veces se ha dicho: el capitalista especula y el dinero es el que manda.
Sobre este asunto he estado haciendo mis averiguaciones, llegando a entrevistarme con Jesús Terradillos, responsable de obras en el obispado. Sin embargo, no ha podido responderme sobre la desaparición del azulejo ni de la imagen de la Virgen, que, según me dijo, no sabía nada de ella.
Según me ha contado una feligresa que ha vivido toda su vida, como buena parte de su familia, en el barrio del Arrabal, al parecer la imagen no era grande y tenía color oscuro. También me aseguró que la iglesia ha estado abandonada y en ruinas durante 56 años, para terminar contándome, con la alegría que la caracterizaba, que por fin el templo fue abierto al culto el día 23 de diciembre del año 2006. ¡Gracias, simpática feligresa y parroquiana!
El día 30 de junio de 2008 fui a visitar al sacerdote Antonio, coadjutor de dicha iglesia, pero mejor es dejarlo en el olvido.
Por fuentes ligadas al Archivo de Salamanca, he obtenido los datos siguientes: la imagen fue vendida por 20.000 pesetas por don Ramón, en aquel entonces sacerdote encargado del templo, a un miembro de la familia Cobaleda, que también era propietario de la Casa de las Muertes. Posteriormente fue revendida por este señor, junto a otras obras de arte que tenía, en Madrid. A partir de ahí se ha perdido toda referencia sobre el paradero de la imagen de Nuestra Señora de Rocamador.
Sí quiero hacer hincapié que, viendo su imagen en el libro Santa María la Real de Sangüesa (11), observo cómo la Virgen tiene en su brazo izquierdo al niño Jesús y en su mano derecha una manzana. También la Virgen tiene apoyados sus pies sobre la luna menguante, como era usual en este tipo de imágenes.
Dado el lamentable estado de la iglesia, el 7 de julio de 1947 comenzó a construirse otra nueva a muy pocos metros de distancia de la antigua. Después de un periodo de tiempo en que quedó paralizada la obra, por fin quedó terminada la iglesia nueva. El día 7 de diciembre de 1959 fueron entregadas las llaves. El momento culmen fue el día 6 de marzo de 1960, que fue inaugurada por el entonces Obispo de la Diócesis de Salamanca Francisco Barbado Viejo.
El nombre que se le dio a la nueva iglesia fue el de Parroquia Santísima Trinidad. Exteriormente lo más llamativo son las dos torres simétricas de su fachada. En el interior lo más sobresaliente es poder contemplar el maravilloso mural pintado en el frontal del altar mayor por el magnífico artista salmantino Genaro de No, conocido tanto nacional como internacionalmente.
Desgraciadamente con el nuevo trazado de carreteras ha quedado aislada, de ahí que no hayan tenido más remedio que remodelar, como antes dije, la iglesia antigua.
Sobre ésta no tengo más remedio que hacer mención a unos fragmentos de un interesantísimo artículo de Jesús Málaga (12):
Pertenecía a la encomienda de San Juan de Barbalos y posiblemente se fundó una vez repoblada Salamanca por Raimundo de Borgoña, en el siglo XII o a principios del siglo XIII. De lo que sí estamos seguros es que reinando Alfonso X la ermita de la virgen de Rocamador era un santuario famoso en el reino, ya que el monarca la cita en su Libro de las Siete Partidas.
El nombre de la Virgen procede de una pequeña localidad francesa, Rocamadour, situada en el departamento de Lot. Esta población conoció en la edad media una abadía dedicada a una imagen negra de Nôtre Dame de Rocamadour, construida, según la leyenda, por un ermitaño servidor de la virgen.
(...) El hospital, situado al lado de la iglesia, atendía a los pobres peregrinos que pasaban por la ciudad a través de la Calzada de la Plata, por el llamado camino Mozárabe a Santiago. De esta ruta, en el tramo cercano al puente romano, solamente nos quedan restos desde Aldeatejada hasta la vía del ferrocarril Salamanca-Fuentes de Oñoro”.
(...) Los peregrinos cristianos que se dirigían a Santiago de Compostela desde el sur de la península, cuando estaba ocupada por los reinos sarracenos, descansaban y eran curados de los males contraídos en el camino en este hospital, cuya fama debió de ser mucha si hacemos caso a los componentes de la cofradía que lo atendía y a la gran cantidad de benefactores atraídos por la milagrosa imagen de la Virgen de Rocamador, venerada en la ermita adjunta al hospital de su mismo nombre.
En los extramuros de la ciudad se ha colocado un miliario reconstruido, marcado con el número CLXXXII, que se supone que fue el último de la Calzada, aunque también hay opiniones e indicios de que en el Corrillo, zona cercana a la Plaza Mayor, existió otro con el número CLXXXIII.
Para entrar en la ciudad hay que salvar el famoso río Tormes por el dignísimo Puente Romano, mandado levantar en el siglo I por el emperador Trajano. Según nos han detallado Rubén Martín Vaquero y Miguel A. Rodríguez García (13), “está construido con sillares al seco y sin argamasa. Las crecidas de 1256, 1275, 1482 y 1499 (entre otras) perjudicaron seriamente su estructura, pero será la avenida del 26 de enero de 1626 (festividad de San Policarpo) la que se llevó una parte de él (diez arcos). Actualmente tiene 176 metros de largo y 26 arcos. Los 15 más próximos a la ciudad son romanos, los otros once fueron construidos en el siglo XVII para reponer los que se llevaron las aguas. En 1833 se derribaron las almenas que tenía la parte romana y el castillete que había en la unión de la parte antigua y nueva. Forma parte del escudo de la ciudad. Los arcos tienen 9,5 metros de luz”.
No hace muchos años pusieron un nuevo piso en el Puente Romano y arreglaron las paredes laterales, pero, siento decirlo, no ha podido ser más denigrante. Se puede ver mortero bastardo color moreno en las paredes y creo que el suelo adoquinado no es lo más apropiado para lo que fue una calzada romana.
Pasado el puente, a unos 200 metros, junto a la muralla y tras pasar la puerta de Aníbal, se puede decir que ya se ha llegado a Salamanca. Según el padre César Morán “el miliario correspondiente a Salamanca tendría el número CLXXX, pero no se conserva ninguno por estas cercanías, a pesar de que hay noticias de tres. Estarán tal vez metidos en una casa o en una obra, y es como si no existiesen” (14).
Nuestra entrada en Salamanca estuvo pletórica de alegría. Era la última etapa de la temporada, y el sol y los kilómetros nos habían ido haciendo mella. El Presidente de la Asociación y director-sacerdote, Blas Rodríguez Bollero, nos llevó hacia la Catedral Nueva. Él mismo y el Deán, como estaba previsto, dijeron una Santa Misa en el mismo Altar Mayor para dar gracias por lo bien que había resultado la marcha. Después de la Comunión, en el momento de silencio que tenemos para dar gracias a Dios, canté un nuevo “Ave María”, esta vez de Gounod, que fue el último de la temporada.
Y terminada la misa, los saludos efusivos y llenos de recuerdos que nos dimos entre todos los peregrinos sirvieron de despedida hasta la siguiente temporada.
Notas
(11) Juan Cruz Labeaga Mendiola. Santa María la Real de Sangüesa. Joya del románico navarro. León, Edilesa, 2000.
(12) Jesús Málaga. "El hospital de la Cofradía de Nuestra Señora Santa María de Rocamador", en la revista Salamanca MÉDICA, número 20, diciembre 2006 y enero 2007.
(13) Rubén D.L. Martín Vaquero y Miguel A, Rodríguez García. Diccionario curioso de Salamanca. Recopilación de textos. Ciudad Rodrigo/Salamanca, Impresión Lletra, 2001.
(14) P. César Morán (agustino). Reseña histórico-artística de la provincia de Salamanca. Valladolid, Universidad de Salamanca, 1946. Edición facsímil de 1982.
(Fotos: Juan-Miguel Montero Barrado)
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