sábado, 4 de febrero de 2012

La calzada romana llamada Vía de la Plata (3)

Camino de Cáparra.

En la marcha desde Galisteo a Cáparra pasamos por Aldehuela de Jerte, situado a 5 kilómetros. Poco tengo que contar de esta localidad, ya que lo único que hicimos fue sellar la credencial, en la que aparece impreso “Iglesia parroquial de San Blas”.

La llegada a Carcaboso fue muy distinta. Junto a la iglesia del pueblo, dedicada a Santiago y recién restaurada, están colocados, de izquierda de a derecha, los miliarios números CIII y CII. Son de la época de Trajano y están muy bien conservados. Fue una delicia poder recrearme mirándolos durante un tiempo. Detrás hay otros fragmentos, aunque se dice que no pertenecen a la época romana. A la derecha y sobre la pared están pintados varios miliarios, que describo a continuación, según su ubicación de izquierda a derecha: el primero, el número CIII, con una inscripción; el segundo, sin número y marcado sólo con una inscripción; el tercero, sin señal alguna; y el cuarto, con la inscripción en su parte superior, y con la marca de las letras P D y el número CII debajo, en su parte inferior.

Lo que más me llamó la atención fue ver pegados en las dos esquinas delanteras de la iglesia otros dos miliarios con el mismo número, el CIII. Cierto, pero es posible que alguno repetido sea posterior, realizado por quién restituyó, o reparó la calzada.

Bajé a la plaza a ver otro miliario y cuál fue mi sorpresa que no había ninguno. Pregunté por él y una persona muy simpática me contestó que estuvo colocado allí, pero que alguien del pueblo lo cogió y lo metió en el patio de su casa. Insistí en mis preguntas, por si podía darme más pistas, y me dijo que vivía en las cercanías de la plaza, pero que no me podía dar más datos. Terminó diciéndome que en todo caso el tal personaje no me lo iba a enseñar. Se lo agradecí y continué el camino.

Dejando Carcaboso, caminamos en dirección a la Dehesa de Ventaquemada. Antes de saltar la primera de las paredes por las que nos cruzamos me encontré con otro fragmento de miliario y curiosamente marcado otra vez con el CIII. Pensé para mis adentros si es que habían parido varios miliarios con ese número. Posible porque la calzada fue reparada y reconstruida varias veces. También pude ver que otro que estaba a su lado había desaparecido. No hace falta ser muy listo para sacar como conclusión que lo que estaba marcado era el lugar donde se encontraba originalmente, pues la tierra estaba limpia, sin que hubiera salido nada de hierba, que es la alfombra verde que íbamos pisando.

Después de saltar la pared, junto a ella, vi otros dos miliarios, también caídos y haciendo un ángulo. No pude ver la numeración. Hasta Ventaquemada tuvimos que saltar un total de cinco paredes, lo que hizo que la etapa se hiciera un poco más dura, pero a la vez más alegre por las risas producidas con las ocurrencias que tenía cada peregrino.

A unos seis kilómetros de Ventaquemada está el hermoso pueblo de Oliva de Plasencia, el cual tampoco visitamos, pero que no tengo más remedio que mencionarlo. En la calle Enrollado, junto al Colegio de San Miguel, hay un miliario muy bien conservado. Está incrustado en unos peñascos y sujeto con cemento. Está numerado con el CXII y, como en él consta, fue mandado erigir por Adriano, emperador nacido en Hispalis (Sevilla) que reinó a principios del siglo II. En un patio del antiguo palacio de los Condes de Oliva, sito en la calle Pozo Lirón, hay otro miliario sin numerar y es un tanto extraño. Es más estrecho de lo normal y algo más alto. Las frases en latín cinceladas las han repasado con alquitrán. En las cercanías de la iglesia parroquial se pueden ver fragmentos de los basamentos de más miliarios y otros restos romanos (4).

Ya en Ventaquemada solicitamos agua y de paso nos quedamos a comer, aunque yo me dirigí enseguida al Arco de Cáparra. Tengo la costumbre de hacer estas cosas en solitario, pues hay momentos en que necesito pensar, caminar en paz e ir a mi ritmo. En este caso, como conocía muy bien el terreno, el tramo se me hizo corto: los 6 kilómetros los recorrí en 62 minutos. El piso era una alfombra verde, atravesé tres regatos saltando pontones y caminé entre las sombras de algunas encinas y muchos alcornoques. Hacia la derecha pude ver fincas hermosas con bastantes reses pastando. La hierba estaba muy fresca y crecida, pues no en vano por ella pasan varios regatos, que son los que tuve que cruzar. Al llegar al final pasé delante de la entrada de la dehesa llamada Casablanca, que pertenece a la familia de mi amiga Pilar.

En la Capara romana.

Llegando a Cáparra pronto cambió el entorno natural, sobre todo al tomar contacto visual con las ruinas. El enlosado de la calzada romana es magnífico, lo que es digno de una foto. No pude hacerla, pero la venganza será terrible. El final de la vía llegaba hasta el famosísimo Arco de Cáparra, de la ciudad romana de Capara. En ella estuvo situada otra mansio y la existencia de un arco de triunfo nos da una idea de la importancia que tuvo que tener en su época. Se sabe que fue citada por el escritor y militar romano del siglo I Plinio el Viejo.

Pasado el Arco, me encontré con el miliario CX. Mi emoción fue muy grande e indescriptible, algo que solamente pocas personas podemos apreciar, ya que la mayoría no se fija o desconoce que correspondía con las 110 millas que había desde Augusta Emerita hasta Capara. El miliario se ha reconstruido en cemento con adornos e inscripciones romanas. En su parte inferior figura el número que le corresponde. El color con que lo han pintado puede ser el salmón. La pintura es prudente y para mí está lograda.

La Asociación “Alba Plata” se merece aquí un sobresaliente, no así en otros puntos, que están dejados de la mano de Dios. Espero que poco a poco vayan mejorando para definir de una vez por todas lo que fue la calzada romana. Y no sólo en Extremadura, sino en todas las provincias por las que discurre. No hay que olvidar que los yacimientos romanos están cogiendo cada vez más auge, de ahí que los visitantes y peregrinos que por allí pasamos nos detengamos algo más para poder ilustrarnos. A pesar de la cantidad de gente que pasa por el Centro de Interpretación de Cáparra, todavía no tienen un sello para poder estamparlo en las credenciales. ¡Hay que ser dejados!

En el Centro de Interpretación me trataron con una exquisitez poco normal. Después de esperar a que llegase el grupo, nos sentamos en una sala en la que proyectaron el documental “Una visita virtual por Cáparra”, donde se explica minuciosamente lo que fue la ciudad. Me quedé extrañado al oír que el Arco era tetrápilo (4 pilares), una palabra que escuché por primera vez. En otras ocasiones me habían dicho que era cuadriforme e incluso en un libro leí el nombre de cuadrifronte. Sobre la población de esta ciudad tan impresionante no puedo recordar el número exacto y la fuente, pero he leído en algún libro que llegó a superar los cinco mil habitantes.

Aldeanueva del Camino.

De Cáparra a Aldeanueva del Camino no hay mucho que destacar, amén de la hermosa naturaleza y la risa que nos pasamos al saltar algunos regatos, viendo cómo varios peregrinos resbalaban y no sólo se mojaban las botas, sino que el agua penetraba en ellas. La entrada en Aldeanueva, sin embargo, recibe a todos los peregrinos con un llamativo y hermoso azulejo colocado de frente y a la izquierda, por la avenida de las Olivas por donde pasaba la Calzada. Nos informa sobre el trayecto por el que hemos caminado y el nombre de las ciudades desde Mérida. La Calzada atraviesa por el medio de la localidad.

Desde el comienzo de la avenida de las Olivas, por donde pasa la calzada, nuestro guía y amigo Julio García Arroyo se brindó a acompañarnos. En su magnífica casa nos estampó las credenciales, el sello más bonito de todos cuantos tenemos de momento. Con él proseguimos por la avenida, donde casualmente tengo a tres familias amigas. La cuarta vive en las proximidades. Hacia la mitad aproximadamente pudimos ver al lado derecho lo que fue el antiguo hospital para peregrinos. Casi al final, en el lado izquierdo, pasamos por el Albergue, un edificio nuevo no muy grande, pero con una construcción muy bonita, llamativa y muy completa. En la fachada hay un bonito azulejo, bien visible, donde figura el nombre de “ALBERGUE”, y otros azulejos. En el dintel de la puerta ha grabado la inscripción “SANTIAGO DEL CAMINO”, con una concha peregrina esculpida al principio y al fin de la frase. Todo esto, junto con los diferentes azulejos del pueblo, ha sido hecho por el propio Julio García Arroyo.

En la plaza del Mercado pude deleitarme con la belleza de sus balconadas, engalanadas por macetas con sus hermosas flores, y con el color blanco de sus limpias fachadas, que contrastaban con el verdor de su arboleda. Seguidamente entramos en el famoso café-bar Español, donde aprovechamos para asearnos un poquillo, pedir la bebida, sacar las viandas y ponernos a comer.

Después del descanso merecido fuimos a ver con ganas, en el centro del pueblo, la garganta Buitrera. En la entrada del puente, posiblemente de origen romano, vi colocado a la derecha el segundo azulejo.

Después entramos en la plaza del Humilladero, donde se encuentra el Ayuntamiento, y de la que salen dos calles. En la de la izquierda, llamada Severiano Maside, se encuentra la parroquia de Nuestra Señora del Olmo, de la que puedo presumir haber llevado en andas sobre mi hombro unos años antes la imagen de la Virgen. Julio nos mostró las bellezas de su interior, entre las que se encuentra el mural pintado por él mismo. Situado en uno de los ángulos del templo, es una recreación del estilo románico y en el que se representan escenas de las tribus de Israel y de la vida de Jesús.

En el paseo por las calles vinos azulejos con sus nombres y sus alusivos dibujos. De vuelta a la plaza del Humilladero tomamos la calle de la derecha, llamada de la Plata, por donde sigue pasando la calzada romana. Los peregrinos, y no sé el motivo, pasan por la calle Severiano Maside, lo que quiere decir que la calle de la Plata tendrá que ser señalizada. La salida del pueblo nos despidió con otro azulejo, esta vez en la izquierda de la calle.

Según el propio Julio nos cuenta en una obra reciente suya (5), durante varios siglos hubo dos pueblos separados precisamente por la calle de la Plata. La parte de arriba se conocía como Casas de Aldeanueva, y pertenecía a la diócesis de Plasencia y al ducado de los Zúñiga. Y la de abajo se llamaba Aldeanueva del Camino, perteneciente a la diócesis de Coria y al ducado de Alba. La unión de los dos pueblos se produjo en 1845. Como anécdota graciosa se dice que Aldeanueva es el pueblo de las tres mentiras, pues ni es aldea, ni es nueva, ni está en el camino.

Y para terminar no puedo por menos que transcribir la poesía que con tanto amor escribió el gran poeta castellano-extremeño José Mª Gabriel y Galán:


Aldeanueva del Camino,
qué bonita debes ser,
si como tienes la cara,
tienes el alma también.
Aldeanueva del Camino,
te quiero desde que sé
que como tienes la cara,
tienes el alma también.

Baños de Montemayor.

Quinientos metros antes de entrar en Baños de Montemayor estuve comiendo con mis amigos Julio García Arroyo y José-Antonio Matías sobre un pequeño y coquetón puente romano, llamado del Cubo. La calma del lugar, el sonido del agua de la pequeña cascada que teníamos al lado y la emoción de estar juntos hicieron que nos comiéramos los bocadillos, y nos intercambiamos trozos, con ilusión y alegría.

El nombre de Baños de Montemayor tiene su origen en los baños de aguas termales con fama de curativas. Fue la localidad de Banienses, que derivaba de la palabra latina banium. Se conservan restos de la época romana, si bien algunos han sido restaurados para ser usados nuevamente. Las aguas utilizadas proceden de dos manantiales subterráneos, llamados Columna y Arqueta, que se encuentran debajo del antiguo balneario. Hay otra parte en la que han situado las salas destinadas al museo, donde pudimos ver muchos vestigios de la época romana. En un gesto que honra a los propietarios, pudimos darnos un baño, para luego visitar el museo. Este privilegio se debió a la labor de nuestros compañeros Alfredo y Bene. En el pueblo existe además un magnífico Centro de Interpretación, que también visitamos.

La patrona del pueblo es Santa Rosa de Lima, cuya conmemoración se celebra el día 23 de agosto de cada año. Al parecer, su padre, Gaspar Flores, era natural de Montemayor del Río, pero tanto los habitantes de este pueblo como los de Baños se han disputado el lugar de su nacimiento. Se sabe que en el siglo XVI Baños era una pedanía de Montemayor del Río, lo que puede aclarar la disputa. En ese siglo don Gastar marchó a América y en Lima concibió junto a una nativa una hija, nacida el año 1586 y a la que pusieron el nombre de Isabel de Flores. Ésta, años después, ingresó en la Comunidad Religiosa Terciaria Dominicana, donde permaneció hasta el día de su muerte en la misma Lima en 1617. Fue canonizada en 1671.

Durante el tiempo que tuvimos libre, yo lo aproveché para subir por la carretera N-630, junto a mi amigo Julio, hasta el restaurante El Solitario, a tan sólo 2 ó 3 kilómetros. Allí pudimos recrearnos con un fragmento de miliario, sito en la parte exterior y que lleva el mismo nombre que el restaurante. Parece ser que fue encontrado entre unos escombros y está marcado con el número CXXXI. Según nos cuenta el mismo Julio en su libro sobre el valle del Ambroz (6), se tiene conocimiento de él desde el siglo XVII y puede leerse, además de su número, la palabra “RESTITV” y las letras “E CO”. Según me han dicho, su ubicación inicial podría haber estado más arriba de Baños de Montemayor, ya dentro de la provincia de Salamanca, pero, claro, no existe certeza de ello.

Nuevamente en Baños nos reagrupamos y comenzamos a caminar por la reconstruida Calzada, pasamos por un bonito crucero para llegar a una fuente, desde donde pude deleitarme contemplando el hermoso valle. Se puede leer en varias publicaciones (7) que en el límite de las provincias de Cáceres y Salamanca hay una alcantarilla romana, aunque yo no he sido todavía capaz de verla. Pero creedme, que en su momento lograré localizarla y fotografiarla. Mientras tanto me conformo con las fotos que me ha enviado Julio.

Notas

(4) Esta información me la han facilitado mi amigo el doctor Jacinto García García, don Julio García Arroyo, de Aldeanueva del Camino, y otros vecinos.
(5) Julio García Arroyo. Aldeanueva del Camino. Historia paralela. Hervás, Gráficas Hervás, 2000.
(6) Julio García Arroyo. Valle del Ambroz. Bóvedas. Hervás, Gráficas Hervás, 2008.
(7) Una de ellas es la última referida de Julio García Arroyo.

(Fotos: Juan-Miguel Montero Barrado)

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