A
principios del mes de octubre del 1962 estuvo a punto de estallar una 3ª
Guerra Mundial, protagonizada entre la
URSS y los EEUU de América, debido a los misiles con ojivas atómicas colocados
por la primera en Cuba. Al final,
pidieron al papa Juan XXIII que intercediera, cosa que hizo, y fue cuando se
llegó a un acuerdo entre ambas potencias. Alcanzó tal gravedad lo ocurrido,
que, cuando nuestro buen e inteligentísimo Papa se dio cuenta de la fragilidad del
sistema mundial, publicó su célebre encíclica PACEM IN TERRIS [Paz en la Tierra].
Como sabéis, por los destellos reflejados en este blog siempre, fui un seguidor entusiasta del papa Juan XXIII, también de su segunda etapa, una vez fallecido, y de una tercera, después de haber sido santificado. Y si continuase..., porque a diario lo tengo en mi mente y corazón al ser uno de mis Ángeles de la Guarda.
Casualmente,
al llegar a mis manos la revista ICONO
(en su número de noviembre 2023 y editada por los padres Redentoristas) he
podido leer un magnífico escrito de Víctor Chacón (que al final de esta
entrada quedará reflejado), que está compuesto de dos partes: la primera, enumerando un
destello de su importantísima vida; y la segunda, con su “Decálogo de la
serenidad”, sin desperdicio ninguno y plasmado en sus tiempos jóvenes.
Cierto
es que es el Papa al que más frases y palabras hermosas se le dedicaron, pero
creo se olvidaron de mencionar estas que prestamente voy a expresar: “sabio
e inteligente”. Porque… convocar el Concilio Vaticano II, exactamente el 11
de octubre de 1962, sólo lo puede hacer una persona sabia e inteligentísima como
él, amén de… Luego tenemos el episodio narrado al principio del escrito, la
forma que tuvo de llevar y dirigir ese, como dicen, conflictivo o dificultoso
Vaticano, etc.
Quede
bien claro que el día de san Juan XXIII se viene celebrando cada año y desde
2014 el día 11 de octubre, fecha que coincide, como veréis, con el
inicio del Concilio Vaticano II.
Como lo
prometido es deuda, ahí va esta joya: