Muchos de vosotros vais a preguntaros: ¿cómo es que Juan-Miguel tiene esta deferencia con Marcelino, cuando nunca la tuvo con otras personas? Lo he creído conveniente así, ya que mi deseo es continuar con la saga de Félix Monforte Chorro, al que casi todos conocisteis en persona. ¿Y quién no lo tiene en su mente después de haber leído en este cuaderno el ensayo “¿Quién fue “mi Vaquerillo” de Gabriel y Galán?
He querido, pues, recordar el nombre de un hijo, ya que no debería desaparecer, al menos de este cuaderno, el recuerdo del protagonista de uno de los poemas de Gabriel y Galán, ese personaje que siempre vivió en la sombra del insigne poeta.
Sí, mis queridos amigos, el bueno de Marcelino -porque lo era y fue el más parecido a su padre- nació el día 26 de abril de 1920 en la isla caribeña de Cuba, de ahí que últimamente, con esa sonrisa que siempre le caracterizó y esa cara de bonachón que siempre reflejó, me dijera: “Juan-Miguel, yo no soy gevato”. A lo que yo le respondía: “Marcelino, no me hagas reír. ¡Si tú eres un gevato de pura cepa al igual que yo!”. Y entonces aparecía una sonrisa en su cara para responderme: “No, Juan-Miguel, yo soy cubano”. Entre ésta y otras anécdotas, ¡cuanto me hizo reír!
Pues sí, mis queridos paisanos y amigos, amén de simpatizantes y lectores, hemos perdido a un ser querido más, pero, por las razones ya expuestas, espero que hayáis sido tan amables de comprender el porqué de este corto escrito.
Seguro que en paz está. Fue un ejemplo para y de nuestro pueblo, como otras personas también lo fueron.
(Foto: Juan-Miguel Montero Barrado)