Mis
queridos paisanos y amigos, por alguno de mis escritos sois conocedores de mi
afición por el bel canto. Estos
últimos días he estado nuevamente escuchando y estudiando la ópera cuyo nombre lleva
el título de este escrito y cuyo autor es el maestro Manuel Penella Moreno. Utilizo
lo de estudiar, porque, como en otras me gusta introducirme hasta el interior
de sus entrañas. La obra es una de nuestro repertorio español que, dada su singularidad,
hace que sea diferente y, en una sola palabra, nuestra, tan nuestra, que en
varios momentos hace que nos sintamos dentro de ella.
Dados
esos momentos y emociones pasadas, lo primero que se me ocurrió fue preparar un
relato sobre la misma y plasmarlo, sin más, en este cuaderno, pensando que
seguramente pueda haceros partícipes de estos momentos tan agradablemente
sentidos y, además, vividos con intensidad.
En
un principio, pensé escribiros la referencia del disco, pero luego he creído
conveniente colocaros la carátula del CD, que, si os dais cuenta, tiene un
platel de primera línea.
También
quiero haceros saber que esta ópera la lleva Plácido Domingo en su repertorio y
allá donde la representa, el éxito esta asegurado.
Sinopsis de El Gato Montés
Acto primero
1. En el cortijo espera Soleá
al torero Rafael, lo comenta con su madre Frasquita, dice que viene herío según
un telegrama recibido, pero que no ha sido na. Soleá lo quiere “má q´a la lú der día”… Entra el
padre Antón con su saludo “Ave, María Purísima”, preguntando “¿cuándo yega mi
ahijao?” e indicando “ya he sabío q´en Madrí, hasta en hombro lo han sacao”.
Tiene mucho salero, porque a él en su bautizo éste se me vorcó.
2. Llega Rafael, la gente
le aclama y éste canta: “¡Maresita! ¡Soleá!...”. Rafael y Soleá quieren
besarse, pero Hormigón, separándoles, dice: “¡Niño¡ ¡Q´hay vesita¡ Deja eso p’a
despué!”. Saluda a todos sus amigos y Hormigón continúa: “Señore, un momento,
q`e os voy a presentá ar nuevo menumento”,
(señalando a Rafael)... Continúan hablando y entre él, Rafael y el padre Antón
narran a todos la feliz corrida: “¡Que viva el gran mataó!”. Rafael y Soleá se
acarician, luego Rafael pide una caña de mansaniya, mientras todos solicitan: “¡Empiese
la juerga y venga jaleo!”.
3. Aparece la gitana: “¡Salu
p´a la gente güena…”.Pide permiso a la pareja
para unirse a la juerga, se lo conceden y llama a los gitanillos. Más
tarde ésta quiere leer la güena ventura a Rafael, Soleá no quiere, pues tiene
mieo, pero... la primera raya le marca triunfos y riquezas, más tarde se
cruzará de un hombre en su camino, pero no habrá que temerle si no se le hace
caso… Luego descubre otra, que está rota y retorsía y le previene que no se
arrime al toro porque puede encontrar la muerte. La gente quea muy triste, pero
afirma haber dicho la verdá. Rafael insiste que delante de los toros la cara
nunca se debe volver. Con la gente otra vez contenta, la juerga y el jaleo
continúa.
4. Rafael canta “Soleá,
toma esa caña de masaniya, bebamo junto que sabé quiero lo secretiyo de mi
chiquiya…”. “Pué voy a bebé, y tós mi secretos lo va tu a sabé…”. Aparece el
Gato, que baja de la sierra junto con tres bandidos. Serio dice: “¡Güena tarde!”… “D´aquí no se marche nadie…!. Se
dirige a Rafael, luego a Soleá y entonces se produce una disputa entre los tres.
Rafael pide a Soleá explicación, ella contesta: “¡No sé na!”. Pero el Gato
ruega que le diga que lo quiere.
5. El Gato insiste, para finalizar:
“¡…mía o de naide ha de sé!”… “¡por ella maté a un hombre y fui a la carse, y
me jugué la vía por libertarme, por verla me eché ar monte y soy bandío…!”. “Cómo he de orvidarla si pa ella
solo he vivío...”. Hormigón y la gente le piden que huya a la sierra. El Gato
se va.
6. Soleá, cantando, le
cuenta al padre Antón en secreto de confesión: “Junto, dende chavaliyo por la
carretera íbamo lo do, libre como pajariyo que vuelan a la volunta de Dio. Er
me quiso y yo le quise... A un gachó que me quería cara a cara, lo mató…”.
7. Se despiden Hormigón y
Rafael asegurándole éste que el jueves estará en Sevilla, enviando un saludo a
la cuadrilla. Soleá y Rafael vuelven a entablar conservación y se observa cómo
el amor y el cariño van incrementándose, para terminar cantando: “Siempre así,
siempre así”. Un pastorcillo canta una copla: “A una gitaniya quiero y esa gitaniya
é mía, er que quitármela quiera tiene
pena de vía”. Rafael pregunta a Soleá: “¿quién canta esa copla?”. A lo que ella
le contesta: “no lo sé”. Eso no le gustó a
Rafael y se enfureció. Aparece nuevamente el Gato, busca disputa, pero
no llega a luchar porque Soleá quita el cuchillo a Rafael y lo arroja a un
pozo. El Gato amenaza a Rafael diciéndole: “O dejas a esa mujer o juro que he
de matarte”. Rafael le contesta que mientras viva, esa mujer “será siempre mía”.
Pero el Gato, antes de marcharse, le recuerda: “En Seviya er domingo mata sei
toro en la corría. Macareno (como llamaban a Rafael en el mundo taurino), q´e
te lo juro por mi queré, q´e si elante d´un toro tú no te deja coge, ande
t´encuentre te mato, lo juro por esa mujé”. Ahora conversan Soleá y Rafael, Frasquita
sale del cortijo y, abrazándose a su hijo, éste canta: “¡Maresita!. ¡Aquí está
la única verdá en la vía! ¡Esa sí q´e e la verdá!”.
Acto segundo
1. Preludio.
2. Rafael, ya en Sevilla, se está preparando para la corrida. En ese
momento está en el balcón observando el típico patio andaluz, se encuentra
contento y optimista y canta: “¡Vaya una tarde bonita, q´e jase pa toreá!,
bendita sea mi Andalusía!”. No puede ponerse la corbata y le dice a Soleá que le
haga el nudo con sus manitas de plata. Al comenzar, Rafael le besa las manos,
ella se molesta y Rafael contesta: “te he besao como besan lo pie de Cristo
crusificao”. Pero terminado de hacerlo, le vuelve a decir: “No me pueo aguantá,
¡toma!”, y la besa en la frente, a lo que ella contesta: “Ahora me va desí q´ha
besao a Santa Rita”. Rafael, abrazándola, canta: “¡Que grasiosa e mi gitana! ¡Que presiosa! ¡Que bonita!”, para
decirse una vez más que se quieren y cantan el famoso pasodoble que lleva el
nombre de la ópera, El Gato Montés:
“¡Tuyo!, ¡si!, torero quiero se, y a torea p´a ti, q´e yo por ti, gitana mía,
elante de lo toro me juego la vía”.
3. Aparece por el patio Hormigón,
que ha visto a los miuras y le dice a Rafael: “¡Son sei catedrale”. Continúan
hablando y seguidamente Rafael va a arreglarse. Mientras Hormigón le pide a Soleá
que le prepare una mansaniya, se la bebe y dice: “Si no fuera por er vino no
sardría yo a picá”. Entonces Soleá le cuenta cómo Juanillo -nombre del Gato
Montés-, jurando por su queré, le dijo a Rafael: “si no te dejas coje por un
toro, ande te encuentre, te mato”. Entonces Hormigón se da cuenta: “Aqueya
gitana tenía razón”. Siguió Soleá diciendo, “Fue una profesía”. Contestando
Hormigón: “¡O una mardisión”. Su madre de esto no sabe nada. A Rafael se le
nota preocupación y canta: “No t´apure tú, chiquilla, mañana en toa Sevilla
s´hablará der Macareno”. Llega el padre Antón y con él se animan unos a otros.
Rafael pide un beso a Soleá, se abrazan, se besan y... adió. Soleá implora a la Virgen y se abraza a
Frasquita.
4. Intermedio.
5. La plaza está llena a
reventá y Rafael tiene muchas ganas de torear. Reúne a los peones, los saluda y
les dice que cada uno cumpla con su obligación. Hormigón le dice que Soleá le
ha contado toda la verdad y le pregunta: “dime qué piensa tú hase”. A lo que Rafael le contesta: “¿Y tú me
lo pegunta? ¡Yo jago en toa parte lo q´e mi obligación!”. A lo que Hormigón le
responde: “Está bien, pero esa amenasa
del Gato Montés...”. Rafael, sonriendo, le dice: “Ríete tú de esa
amenasa, er no conose a Rafael. Yo despacho sei toro y aluego matarlo a er”. Se
va a rezar.
6º. Reza: “Seño, q´e no me
farte er való, que sea er q´he sido siempre, eso e lo que pio yo…”. Llega el
padre Antón y Hormigón aprovecha para irse también a rezar. El cura mira por el
agujero de la cerradura: Hormigón hace como que reza un instante, luego saca un
pañuelo, lo empapa en la pililla y lo estruja en la cabeza, así durante tres
veces.
7. Se presenta el Alguacilillo
diciendo: “Señó maestro, la hora e ya”. Se arma el revuelo natural y propio el
momento, y entonces se colocan detrás
del Alguacil los monosabios, luego la cuadrilla del torero y le siguen a éstos los
picadores a caballo. Se despiden de los acompañantes y amigos para comenzar a
salir al ruedo.
8. Suena el famoso
pasodoble “El Gato Montés”. La corrida ha comenzado, el maestro se marca unas
verónicas y se oyen los olés. Entre música y aplausos crece el entusiasmo. Se
presentan en la plaza Frasquita y Soleá. Ésta le ha contado a Frasquita toda la
verdad y lo comentan con Hormigón, que, después de escuchar a ambas, las invita
a que entren en la capilla. Pero ellas se niegan, prefieren ir a ver la faena,
a lo que les dice: “q´hoy er niño está sembrao”. Música. Otra vez suena el
pasodoble y luego gritos: el Macareno ha sido cogido. Ya en la enfermería y antes
de morir, como un grito, dijo: “¡Maresita!” Soleá lo ve y... cae desmayada en
brazos de Hormigón.
Acto tercero
9. Música. Soleá también ha
muerto. Se ha hecho de noche, la luna brilla y el padre Antón dice: “La mató el
doló, pobre gitanilla, que de pena murió”. Ahora yace en la cámara mortuoria. Están
sentadas Frasquita, Lolilla y una vieja.
El padre Antón, vestido con sotana y bonete, espera que llegue Hormigón y
cuando éste se presenta dice: “¡Qué bonita está!, parece una Virgensita!”. Pero
nuevamente se marcha diciendo que se va al pueblo a arreglar esa cuestión.
10. Llega la gitana y los
gitanillos con flores y cantan: “Ahí la tenéi
muertesita por la pena de yorá a su Rafaé”. Aparece por la puerta el
Gato Montés, que escucha esta canción y furioso dice: “¡Mentira!”. Los
gitanillos huyen y los demás quedan aterrados, pero él dice: “¡vengo a llorá!”.
La gente le indica que se vaya, pero contesta que o lo sacan con ella o no se
mueve de allí. Pero… en un momento de descuido, entra en la cámara y se lleva
en brazos a Soleá.
11. Ya en su cueva canta:
“Solea, ya no me quea na en er mundo”. Llega Pezuño y le avisa que viene la
gente de la cortija, pero él no quiere abandonar la guarida. Hormigón y los
acompañantes cantan: “Gato Monte, ya no t´escapa”. Y responde: “aquí estoy p´a
entregarme”. Les arroja su cuchillo. Nada se mueve. Entonces el Gato ordena a
Pezuño que le dispare al corazón. Éste lo hace y Juanillo, el Gato Montés, queda herido de muerte. Se
acerca como puede a Soleá, la toma con sus manos y queda unido a ella para
siempre.