lunes, 21 de octubre de 2024

María Callas


El 8 de diciembre de 2023 publiqué en este blog “Elvira de Hidalgo, de sorprendente prima donna a profesora de María Callas”. Por eso, sería un ingrato no reflejar la majestuosa vida y obra de quien fue su mejor alumna.

María Anna Cecilia Sofía Kalogerópoulos, más conocida por María Callas, nació en Nueva York el día 2 de diciembre de 1923, en el seno de una familia de emigrantes griegos. Su padre,  George Kalogerópoulos, era farmacéutico y su madre se llamaba Evangelía Dimitriadis. En 1937, tras la separación de sus progenitores, regresó a Grecia, acompañada de su madre y su hermana Yakinthy.

En 1938, con 15 años, comenzó sus estudios de música en el Conservatorio de Música Odion Athenon de Atenas, no sin antes falsear su edad, ya que debería haber esperado un año más. Pero aquí tuvo la suerte de que la profesora española Elvira de Hidalgo, entonces en Atenas, descubriera su talento, de manera que pudo hacer de ella una prima donna a todos los niveles. Y todo ello, pese a su edad y su físico poco adecuado, pues era grande,  gorda, con granos y muy miope. Con mucho esfuerzo, tiempo y trabajo pudo salir adelante.

María tenía un gran problema en casa, pues su madre llegó a alojar a soldados nazis en su domicilio y a prostituirse, intentando que sus hijas también lo hiciesen. María lo evitó, consiguiendo que los soldados la pagasen  por cantar, de ahí que la relación con su madre siempre fuese muy difícil. La presionaba con sus clases y la comparaba con su otra hermana. Años más tarde confesaría a la prensa que su madre la apoyó solamente en lo referente al bienestar económico, pero que nunca sintió cariño ninguno por ella. De ahí que el amor materno lo recibiera de su profesora española, que logró hacerla y elevarla hasta el máximum.


Después de diferentes escarceos musicales, en 1942, por fin, pudo debutar en el Teatro Lírico Nacional de Atenas con la opereta Bocaccio. El primer éxito, sin embargo, lo obtuvo en agosto de ese mismo año con Tosca, actuando en la Ópera de Atenas. Luego, los éxitos siguieron con Fidelio, Tiefland y Cavalleria Rusticana, también en la capital griega.

La IIª Guerra Mundial hizo que volviese a Estados Unidos, donde se reencontró con su padre, acudiendo a la petición que recibió por carta, en la que le decía que se estaba muriendo, ingresado en un hospital inhóspito y sin dinero ninguno. En la corta etapa que estuvo junto a él, conoció un comportamiento que tampoco fue bueno.

Su estancia en ese país pasó un tanto desapercibida hasta que en 1946 la escuchó Edward Johnson, director general del Metropolitan Opera House, que le ofreció cantar en las dos siguientes temporadas Fidelio, de Ludwig van Beethoven, y Madame Butterfly, de Giacomo Puccini. Pese a la oferta, rechazó las dos:  la primera, por no querer cantarla en inglés; y la segunda, por no ser el mejor rol para su debut en América.

Durante 1946 siguió practicando con fuerza y constancia, hasta que conoció al agente Eddie Bagarozy y aceptó cantar la ópera Turandot en Chicago. En enero de 1947 lo hizo con un excelente reparto de cantantes europeos, obteniendo un gran éxito.

En ese mismo año regresó a Italia de la mano del tenor y director de la Arena de Verona Giovanni Zenatello y cantó La Gioconda, de Amilcare Ponchielli. El éxito obtenido atrajo la atención de los más prestigiosos teatros italianos, amén de que es allí donde conoció a quien luego sería su esposo, un acaudalado industrial llamado Giovanni Battista Meneghini, que era treinta años mayor que ella. Esta relación resultó ser en un principio decisiva en la nueva etapa y carrera de la soprano.

El éxito definitivo no le vino hasta la siguiente temporada, la 1947-1948, bajo la protección del eminente director de orquesta Tulio Serafín. Con él cantó Turandot, de Puccini, Aida, La Forza del destino, de Giuseppe Verdi, y Tristan e Isolda, de Richard Wagner, esta última en versión italiana. Tampoco le faltó cantar La Valquiria, de Richard Wagner, en el teatro La Fenice de Venecia.


En 1949 se casó con Giovanni Battista Meneghini y cambió su nombre a María Meneghini Callas. Aunque el matrimonio duró una década, María no fue feliz, porque pronto comenzó a notarlo presuntuoso que era su esposo, además de un estafador y maltratador. Se aprovechó de casi todas sus ganancias  y lo peor de todo es que le frustró sus deseos de ser madre.

Como han escrito Tomás Fernández y Elena Tamaro en Biografía de María Callas: “Su personificación de protagonista en Norma, de Vincenzo Bellini, en Florencia, en 1948, acabó por consagrarla como la gran soprano de su generación y una de las mayores del siglo. La década de 1950 fue la de sus extraordinarios triunfos: en absoluta plenitud de sus medios vocales, protagonizó veladas inolvidables, muchas de ellas conservadas en documentos fonográficos de inestimable valor, en las que encarnó los grandes papeles del repertorio italiano belcantista y romántico para la soprano”.


Entre 1953 y 1954, cuando tenía 30 años, se produjo un rápido adelgazamiento de María Callas, que pasó de ser una soprano obesa a lucir una figura estilizada, perdiendo casi 30 kilos en 18 meses, llegando a pesar 65,3 kilos. Este extremo ya lo señalé en mi trabajo de 2023 sobre Elvira de Hidalgo: “Además de cantar, la enseñó a vestirse y a moverse, convirtiéndola en actriz y haciendo que en 1957 fuera elegida la mujer más elegante del mundo”.

El día 2 de enero de 1958 María Callas protagonizó un escándalo en la ópera de Roma durante la representación de Norma. Organizada en honor del presidente de Italia, Giovanni Gronchi, y su esposa, había contraído un resfriado y al teatro se le informó que debían sustituirla. Dado que la dirección de La Scala se negó a hacerlo, María, en contra del dictamen médico, salió a escena, pero desde el primer momento se dio cuenta que su voz estaba en malas condiciones. Al final del primer acto gran parte de la audiencia no se encontraba complacida y fue entonces cuando huyó rápidamente por la puerta trasera y anunció que lo había hecho por no estar a la altura del público milanés. Al avisar de su situación vocal, la dirección del teatro respondió: “Nessuno puó sostituire la Callas” (“Nadie puede sustituir a la Callas”). Eso enfureció al público milanés, pero María fue excusada cuando recibió la llamada de la señora Gronchi, quien le aseguró que ni ella ni su marido se habían ofendido.


Tres meses después, el 27 de marzo de 1958, cantó junto al joven tenor canario Alfredo Kraus en el Teatro San Carlos de Lisboa una de las representaciones más aclamadas de La Traviata, de Verdi, dirigida por Franco Ghione. Tal es así, que le propuso cantar en nuevas ocasiones, pero por entonces la agenda de nuestro divo estaba muy ocupada y, sinceramente, ambos lo sintieron mucho.

Ese mismo año su arte llegó a distintos lugares del mundo: Chicago, Berlín, Viena, Filadelfia, Washington, Dallas, Colonia, Edimburgo. A mediados de dicho año representó en el Convent Garden de Londres La Traviata con Cesare Valettin y el 19 de diciembre cerró el especial año con un recital en directo, debutando  en la Ópera Garnier de París. Retransmitido a más de una docena de países en Europa, inició, así, una relación entrañable con la ciudad donde años después terminaría sus días.


Existe una anécdota que tiene que ver con su miopía y su negativa a ponerse lentillas para actuar. Evidentemente tampoco iba a hacerlo con gafas. En cierta ocasión, durante una representación en la Scala de Milán, se encontró con un público que en su mayoría era partidario de Renata Tebaldi, una afamada soprano y, en cierta medida, rival de María Callas. Cuando acabó la representación, la reacción de esa parte del público fue el lanzamiento de frutas y hortalizas, como una forma de mostrar su rechazo. Dada la miopía de la Callas, al principio no captó lo ocurrido. Pero de inmediato, cuando recogió un manojo de puerros, entendió el significado de lo que estaba ocurriendo. Lejos de irritarse, mantuvo con elegancia la compostura y, sonriente y solicitando silencio, soltó una frase antológica:“¿Dónde consiguen unas verduras tan frescas en invierno?”.

En 1959 abandonó a su marido y se fue con Aristóteles Onassis, del cual estaba enamoradísima,  y creyendo que iba a ser el último amor de su vida. También se retiró de los escenarios durante un tiempo, ya que, pese a que solo tenía 36 años, el declive de su voz era casi completo.

Onassis marcó el destino de María, pero nunca para bien, pues no cumplió la promesa de casarse con ella. Fue el 20 de octubre  de 1969, antes de su boda con Jackie Kennedy, que era la viuda del presidente estadounidense asesinado en Dallas, cuando se lo espetó abruptamente. Años después, tras el fallecimiento de Onassis el 15 de marzo de 1975, María se sumió en una profunda desesperación, que intentó superar con somníferos y antidepresivos. A pesar de lo mucho que había sufrido con él, seguía aún enamorada, llegando a decir: “Yo soy su viuda”.


Recluida en su apartamento de París, en la más completa soledad y silencio, se dejó morir de tristeza. Ocurrió el 16 de septiembre de 1977. Tenía 53 años. Su funeral tuvo lugar cuatro días después, y su cuerpo fue incinerado y depositado en el cementerio parisino de Père Lachaise. Su urna fúnebre fue robada, pero unos días más tarde se logró recuperar. Con posterioridad sus  cenizas se dispersaron en el mar Egeo.

Adorada por el público, la diosa del bel canto tuvo una relación tormentosa con el amor. 44 años después de su muerte, ese aspecto de su vida salió a la luz de la mano  de la historiadora norirlandesa Lyndsy Spence, autora de la biografía Cast a diva: The Hidden  Life of Maria Callas. Por ella sabemos que la diva pasó una vida repleta de penurias, causadas por quienes más debían quererla. Pese a estar durante toda su vida buscando amor, primero familiar y luego maternal, le fue negado. Fue chantajeada económicamente, hasta poco antes de casarse, primero por su madre y luego por su padre. Después fue estafada por su marido, Giovanni Battista Meneghini.  Y finalmente fue drogada, maltratada y sometida sexualmente por Aristóteles Onassis, que luego la abandonó por Jackie Kennedy.

Spence ha tenido acceso durante los últimos tres años a una gran cantidad de documentos personales de la soprano, relatando cosas como las ya referidas sobre Aristóteles Onassis, el hombre más rico de su época y uno de los hombres más importantes de la vida de la artista. “La información está sacada del diario de uno de sus amigos más íntimos. Hoy en día lo llamaríamos violación”, ha explicado la historiadora sobre unos documentos que hacen referencia a 1966, once años antes del fallecimiento de la artista.




Bibliografía

BRAVO, Julio (2019). “Las noches de furia de María Callas”, en ABC, 2 de enero (https://www.abc.es/cultura/musica/abci-noches-furia-maria-callas-201812310143_noticia.html).

FERNÁNDEZ, Tomás y TAMARO, Elena (2004). “Biografía de María Callas”, en Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea. Barcelona, (https://www.biografiasyvidas.com/biografia/c/callas.htm).

MONTERO BARRADO, Juan-Miguel (2023). "Elvira de Hidalgo, de sorprendente prima donna a profesora de María Callas", en Valdelageve. Paraíso natural, 8 de diciembre (https://valdelageveparaisoterrenal.blogspot.com/2023/12/elvira-de-hidalgo-de-sorprendente-prima.html).

MORENO, Víctor, RAMÍREZ, María E. y otros (2023). “Biografía de María Callas”, en Busca Biografías(https://www.buscabiografias.com/biografia/verDetalle/2049/Maria%20Callas).

MUÑOZ, Alberto (2021). “La tragedia de María Callas: drogada por Onassis, chantajeada por sus padres y estafada por su marido”, en El Mundo, 14 de abril (https://www.elmundo.es/cultura/musica/2021/04/14/6076b57621efa056148b45c7.html).

SPENCE, Lyndsy (2021). Cast a Diva: The Hilden Life of Maria Callas. The History Press Ltd.

WIKIPEDIA (2023). “María Callas” (https://es.wikipedia.org/wiki/Maria_Callas).

No hay comentarios:

Publicar un comentario