viernes, 25 de julio de 2025

Miguel Fleta


Introducción

Entre el gran elenco de tenores habidos en España, no cabe duda de que debo destacar, sin lugar a dudas, a tres:

Julián Gayarre (Julián Gayarre Gorjón),nacido en Roncal/Navarra el 9 de enero de 1844 y fallecido el 2 de enero de 1892, a los casi 48 años, en Madrid.

Miguel Fleta (Miguel Burro Fleta),nacido en Albalate de Cinca/Huesca el 1 de diciembre de 1897 y fallecido el 29 de mayo de 1938, a los 40 años, en La Coruña.

Alfredo Kraus (Alfredo José María del Carmen Kraus Trujillo),  nacido en Las Palmas de Gran Canaria el 24 de noviembre de 1927 y fallecido el 10 de septiembre de 1999, a los 71 años, en Madrid.

Pero esta vez nos toca a Miguel Fleta.


Su vida y obra

Era hijo de Vicente Burro Gayán y de María Fleta Esparraguerri. Fue el menor de 14 hermanos, de los que sólo vivían 7 cuando nació Miguel.

Dada la situación económica habida en su casa, ya con 8 años se dedicaba a pastorear las 7 cabras que poseían sus padres. Después empezó a trabajar como labrador 12 horas diarias, para llevar a casa una peseta diaria. Más tarde se trasladó a Cogullada, a 6 kilómetros de Zaragoza, para vivir en casa de su hermana Inés donde trabajó en la huerta que poseía, yendo todas las mañanas al mercado de la capital a vender las hortalizas recolectadas.

Pero fue en Zaragoza donde empezó a disfrutar de los domingos y donde un buen día Cecilio Navarro, que sentaba cátedra como jotero, lo escuchó cantando esta jota:

Ya sé que ha dicho tu madre
que aún es pronto pa casarte.
Pues que te meta en adobo
y avise cuando te saque.

Y lo invitó para que acudiese a cantar el día de las reliquias al concurso de jotas de la localidad de Villanueva, asegurándole que él estaría allí acompañado de Miguel Asso, el más grande jotero de ese tiempo. Ese día acudió acompañado de amigos y familiares, entre los que se encontraba su madre. Allí se encontró con el señor Navarro, que le dijo: “Oye chico, prepárate, que cuando terminen los profesionales, que te van a oír cantar”. Y así fue, cantó una jota en la que el estribillo decía:

Nos dicen que en Aragón
no hay cosicas milagrosas
y en un pilar pequeñico
se sostiene Zaragoza

Fue tan grande el éxito, que el mismo Miguel Asso lo invitó a ir a su casa todas las tardes, de manera que el maestro fue perfilando la línea jotera de Miguel Fleta.

El tiempo transcurría entre vítores y aplausos en certámenes y concursos, pero él tomó la gran decisión de trasladarse a Barcelona, donde tenía a su hermano Vicente, que ejercía como guardia urbano, y en su casa se acomodó.

Como Vicente conocía al Sr. Lamotte de Grignón, director de la Banda Municipal y, a su vez, del Conservatorio del Liceo, habló con él para que su hermano pudiese estudiar canto, no sin antes aclararle de sus cualidades y de la portentosa voz que poseía.

Quedaron un día en el Conservatorio, donde fue presentado a diferentes personalidades. Lástima que en ese momento no hubiese un pianista para que pudiese acompañarlo, pero el joven, decidido, se brindó a cantar a cappella. No tardaron en abrirse las puertas colindantes, pues todos querían escuchar a Miguel. Cuando terminó, el director de Conservatorio dijo: “Evidentemente la voz es buena”. Pero he ahí que irrumpió el señor Reixach diciendo: “Es que todas las plazas gratuitas para este curso están cubiertas…”. Desde el fondo una voz femenina interrumpió: “Señor Lamotte…, en mi clase hay sitio para un alumno más”. Y el señor Lamotte, sorprendido, replicó: “Pero Luisa, su clase es de señoritas”. A lo que ella le contestó: “Efectivamente, pero si usted lo autoriza, puede caber un tenor”.


Fue así como comenzó la nueva vida del futuro tenor, siempre educado y magníficamente guiado por la profesora francesa Marie Louise Pierre-Clerc, conocida artísticamente como Luisa Pierrick.

En 1917 se matriculó y en un solo año superó los dos cursos de solfeo, bajo la dirección del profesor Zamacois. Mientras Luisa Pierrick, la profesora de canto, le recomendó que se matriculase de tres cursos de canto para el periodo 1917-1918, con el fin de examinarse en el mes de junio del primero y segundo curso y en septiembre del tercero. Para poder llevarlo a cabo tuvo que dedicarse de lleno al estudio, y no sólo lunes, miércoles y viernes en el Liceo Filarmónico Dramático Barcelonés, sino también en casa de su profesora.

En 1919 dio por finalizados sus estudios y formación, pero continuó ligado a su maestra Luisa Pierrick. Ésta desde siempre, impresionada con su voz, no sólo se convirtió en su única maestra, consejera y compañera, sino que también le enseñó idiomas y le proporcionó la cultura necesaria para desenvolverse en el nuevo y desconocido ambiente. Y llegó a convertirse en la madre de sus dos primeros hijos: Miguel y Alfonso.

Luisa logró conducirlo de tal manera, que los resultados, dada la constancia y trabajo de ambos, quedaron reflejados no solo en aquella época, sino en el momento que vivimos.

Su carrera profesional fue meteórica, debutando el diciembre de 1919 en Triestre con la ópera Francesca da Rimini, de Ricardo Zandonai, cantando también Manon y Aida.


Fleta viajó en abril 1920 a Viena y en la Volksoper cantó Aida y Mefistofele, que fueron muy bien acogidas por el público vienés. Pero el mayor éxito le vino cuando interpretó Tosca, de G. Puccini, ópera que llegó a cantar 
durante toda su trayectoria en 260 ocasiones. Destaca en ella el aria "E lucevan le stelle".

Los contratos desde entonces fueron numerosos. Fue reclamado desde todos los principales teatros del mundo. El caché llegó a subir de tal forma, que, por poner un ejemplo, en México en 1922 llegó a cobrar 50.000 pesos de oro.

El 26 de enero de 1926, coincidiendo con el bautizo de su hijo Alfonso, apadrinado por Alfonso XIII, Miguel Fleta cantó Tosca en la Costa Azul, obteniendo más de 100.000 francos, que fueron destinados a los mutilados de la Primera Guerra Mundial.

En febrero de 1926, a petición de Miguel, pues había tenido una faringitis aguda y no estaba en su mejor momento, volvió Luisa a la “Villa Fleta”. Juntos prepararon el Calaf de Turandot. Luisa comprobó el deterioro de Miguel, aunque reconoció que ella tenía buena parte de culpa. Ya no la veía su mujer, sino como a la madre de sus hijos y una eficientísima maestra que, en cuestión de semanas, le había vuelto a colocar la voz en su sitio. La veía como su representante, amante, etc. Finalmente en el mes de mayo de ese mismo año todo acabó en ruptura.

Uno de los mayores hitos en la carrera de Fleta fue, sin duda, su participación en el estreno de Turandot, la obra póstuma de Puccini, en el gran Teatro alla Scala de Milán. Aconteció el 25 de abril de 1926. Arturo Toscanini, amo y señor del centro entre los años 1921 y 1929, eligió expresamente a Fleta para asumir el papel de Calaf, descartando a grandes tenores como Lauri-Volpi, Martinelli o Gigli. Lo tenía muy claro y se lo dijo a Puccini hijo: “La voce di Fleta è la vocemaschia che cioccorre...” [“La voz de Fleta es la voz masculina que necesitamos…”].

En septiembre de 1926 se dirigió a descansar a Salamanca, en cuya feria conoció a Carmen Mirat Rúa.



Y haciendo un alto, el día 16 de septiembre de 1926, en plenas ferias salmantinas, se produjo un hecho majestuoso dentro de la vida salmantina, ya que nos deleitó en vivo y en directo con fragmentos de Marta, Tosca, L´elisird´amore, canciones como “Ay, ay, ay”, “La Borrachita” o “Amapola”, y una jota del maestro Serrano. Fue algo que volvió a repetirse en varias ocasiones durante esta última etapa de su vida.

El día 20 de abril de 1927 se casaron en la iglesia de San Esteban, siendo un acontecimiento excepcional y esplendoroso tanto para ellos como para toda la ciudad.De resulta del matrimonio con la salmantina Carmen Mirat, que duró 11 años, entre 1928 y 1935, nacieron 4 hijos: Elia, Miguel Ángel, Paloma y Javier.

El viaje de novios fue maravilloso, consecuencia del magnífico resultado de la 4ª gira del cantante por América. Pero he aquí que en el comienzo de la temporada 1928 fue cuando comenzó a notarse su deterioro vocal. Pese a ello, continuó con su apretada agenda profesional, cantando por diferentes partes de mundo, incluidas China y Japón. Finalizada ésta, acusó el sobreesfuerzo realizado, de manera que su garganta comenzó a mostrarse dolorida y se le detectó fragilidad en la mucosa que recubre las cuerdas vocales... Y a partir de aquí comenzó a incumplir algunos de los compromisos.



Las malas gestiones en las actividades laborales y el ritmo de vida que exigía demasiados gastos hicieron que en 1932 la familia dejase de vivir en la “Villa Fleta”, lujoso palacete situado en la Ciudad Lineal de Madrid, ante la incapacidad de soportar el cuantioso coste. La vida discurrió de tal manera, que Carmen acabó vendiendo muy discretamente las joyas que poseía y Miguel Fleta fue abandonando todo lo relacionado con la ópera, para dedicar su arte al género de la zarzuela.

Se ha hablado frecuentemente de los cambios que tuvo en su orientación política. Cierto es que primero defendió a la Monarquía, después a la República, para acabar alistándose en 1936 a Falange. Al morir, antes de que acabase la Guerra Civil, no quedó clara su posición ideológica.



Miguel Fleta fue uno de los falangistas que el 31 de diciembre de 1936 trasladó hasta el cementerio el féretro de rector de la Universidad de Salamanca Miguel de Unamuno.



Es importantísimo destacar que en los últimos instantes de su vida, saliéndole un hilo de su voz, susurró unas frases entrecortadas:

O dol...ci...bacci
o lan...gui...de ca...re...zze…

Eran las primeras estrofas de la romanza del tercer acto de Tosca.

Y fue en La Coruña, exactamente en número 8 de la plaza Orense del día 29 de mayo de 1938, cuando Miguel Fleta falleció a los 40 años de edad, debido a un ataque de uremia.

Tras morir fue amortajado con el hábito franciscano. A las 5 de la tarde del 30 de mayo de 1938 seis falangistas de segunda línea sacaron a hombros el féretro de Miguel. Lo cubrieron con las banderas de España y de Falange.


Anexo

Con ocasión de cumplirse el primer centenario del nacimiento de Miguel Fleta, el sello Blue Moon editó en 1998 una colección de 5 discos compactos. La integraron un total de 95 arias, romanzas, canciones, jotas e himnos, piezas registradas entre 1922 y 1935.

Miguel Fleta también probó suerte en el mundo del cine, si bien más como medio propagandístico que artístico. El primer film fue en 1925: Miguel Fleta en los jardines del chalet de los señores Pi-Sopena. El segundo, en 1927, con el título Boda de Miguel Fleta. Y el tercero, en 1933 Miguelón o el último contrabandista.



Bibliografía

SAIZ VALDIVIELSO, Alfonso Carlos (1997). Miguel Fleta. Memoria de una voz. Ediciones Laga, Bilbao.


No hay comentarios:

Publicar un comentario