Todo ello contribuyó a que nuestro querido pueblo se viese bonito, esplendoroso y más aun al estar rodeado por esa campiña tan agraciada en la que se distinguía una gran amalgama de colores, especialmente de tonalidades verdes, como consecuencia de las diferentes clases de arbolado que tenemos: el de la viñas, también de monte bajo... De verdad que, todo unido, no es de extrañar que califique a mi pueblo como “Valdelageve, paraíso natural”.
Mi llegada fue temprana, pues tenía que hacer algunas cosas, como siempre es costumbre, pero… tenía algo preparado que más adelante os contaré.
Subí al ayuntamiento. Me gusta revisar la marcha de la biblioteca, su estado y también aprovecho un tiempo para ordenarla. Eso para mí, es un rito. Luego me adueñé de la megafonía. Me gusta tener entre mis manos el micrófono, que sirvió en ese momento concreto para saludar a mis paisanos, invitar a que todos visiten más la biblioteca, estimular los ánimos de los gevatos. Estamos en las fiestas y qué mejor para comenzar que entonar con mucha alegría la canción “El perantón de Valdelageve”, que tanto nos gusta y que sirve para elevar nuestros ánimos.
Seguidamente bajé a la iglesia. Teníamos que colaborar todos en los preparativos de los actos religiosos, como así fue.
La procesión comenzó, como es costumbre, en compañía de San Antonio. Todos los feligreses íbamos entonando su himno, “La canción de los Pajaritos”. Resultó brillante. La ofrenda, a pesar de la situación que nos encontramos, creo que fue digna. La misa, dicha por nuestro querido párroco don Pedro, resultó, como siempre, llena de fuerza, convicción y buenas palabras de amor, amistad, ayuda al prójimo, etc. Por supuesto que el coro parroquial la amenizó cantando la misa castellana.
Lo que os prometí contaros, allá va. Después de un tiempo de mucho pensar y trabajar, por fin logré algo que mi mente iba madurando. Fue ensamblar una fotografía, con datos y frases que aquí os muestro. Después la he ampliado y enmarcado, y en nuestra parroquia de San Fabián y San Sebastián, desde el día 13 de junio de 2012, la podemos ver colocada. Si os habéis dado cuenta, es la del papa Juan XXIII. Los que habéis seguido este cuaderno, os habréis percatado cómo en varias ocasiones os he hecho sabedores del fervor que le tengo, al igual que muchos millones de seguidores esparcidos por el mundo. También de los favores, muy importantes, que de él he recibido. Vosotros también podéis beneficiaros de ellos. Os animo a que lo tengáis presente cuando sea menester y lo llevéis en vuestro corazón.
Terminado el acto litúrgico, subimos al bar, donde nos juntamos para charlar, reír y de vez en cuando cantar. Bien es cierto que este año, por motivos mayores, nos ha faltado la compañía de la música, pero ésta quedó reemplazada por la buena camaradería y armonía que allí reinaba.
Llegada la hora, nos fuimos a comer. Nosotros, en concreto, en compañía de mis compadres Julián e Isidra, con los que lo pasamos de maravilla, como siempre ha sucedido.
También aproveché un tiempo para visitar no a todas las personas mayores, que me resultaba imposible, pero sí a las que principalmente llevaba en mi mente.
Para mí así terminó ese día tan bonito, adornado por la climatología y el frescor del verde, las plantas que rodeaban al pueblo, a sus vecinos, a todos los gevatos y agregaos. Si a eso unimos todas las sonrisas y muestras de cariño que recibimos, ¿qué más se puede pedir?
¡Muchas gracias, paisanos y también gevatos!
(Fotos: Juan-Miguel Montero Barrado)
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