Mis queridos paisanos y amigos lectores, tenemos también la dicha de estar rodeados de otro producto tan importante y valioso como son las olivas. Cierto es que no son tantos los años que llevamos con los olivos, si pensamos que los primeros habidos en España datan aproximadamente de 1.000 años a.C.
En Valdelageve, como dicen sus gentes, fueron los árabes los que trajeron a nuestra tierra los olivos. Actualmente se pueden ver, entre ellos, algunos vetustos, bien cargados de años, y que oyendo hablar a gevatos de edades avanzadas se sienten orgullosos al decir que son centenarios.
Yo siempre oí decir a mi padre -Juan Eloy Montero Picón, que, como bien conocen los seguidores de este cuaderno, estuvo en Valdelageve impartiendo clases como maestro de escuela desde 1934 a 1943- cómo año tras año hablaba con los gevatos aconsejándolos y animándolos a que se decidiesen a aumentar las plantaciones de olivos. Se daba cuenta, conociendo las características del terreno y del clima, que podría ser una fuente más de riqueza para nuestro pueblo.
Sin embargo, tuvieron que pasar años y fue a partir de los 60 cuando los gevatos no sólo se decidieron a repoblar parte de sus fincas, sino a expandir aún más su extensión olivarera del terreno que fueron ganando al monte. Bien es cierto que han pasado ya algunas décadas, pero desde entonces las tierras se ven cada vez más pobladas de olivos.
Según las conversaciones que he mantenido con las personas mayores, parece ser que conocieron un par de clases de olivos. Una de ellas es la ocal, que, como aseguran los gevatos, siempre ha estado acomodada a las peculiaridades de la zona y es resistente a las enfermedades. Posee una gran materia grasa para la extracción del aceite, que en otra época era el líquido al que se le daba mayor valor. Verdaderamente esta aceituna ha gozado de su esplendor desde hace varios siglos. En la actualidad son muy pocos los olivos de la variedad ocal que podemos encontrar, pues la mayoría son pies de olivos sueltos.
La otra variedad que tenemos también desde hace muchos años es la manzanilla cacereña. Escuchando a mis paisanos, dicen que es también un olivo muy apropiado al entorno, pues no en balde procede de nuestros vecinos del norte de Cáceres y de ahí la adaptación a los factores ambientales, como el clima o los suelos.
Con el devenir de los tiempos esta clase ha ido ganando mucho terreno, por ser más polivalente, ya que se utiliza tanto para la extracción del aceite, aunque sea más bajo el rendimiento graso, como para su aprovechamiento como aceituna de mesa, que económicamente resulta más rentable. Este último punto lo tienen muy en cuenta los gevatos.
¿Donde se encuentran situados los olivos? Dada nuestra orografía, de montañas de mediana altitud, es precisamente en sus laderas. Aun cuando son algo empinadas, están sitas al abrigo de los vientos, razón por la que podemos entender la mayor parte de nuestra riqueza olivarera. También hay olivos situados en parcelas aterrazadas, también llamados bancales, que son terrenos ganados con un gran esfuerzo por parte de nuestras gentes.
Las palabras esfuerzo y trabajo van totalmente unidas a las grandes atenciones y cuidados que necesitan nuestros olivares. Al encontrarse en un terreno, como antes dije, muy difícil de trabajar, sólo con mencionar que las tierras tienen que ser labradas con tractores orugas, es más que suficiente para hacerse una idea del esfuerzo y tesón que tiene que poner los gevatos.
La recogida de aceituna suele variar un poco de cómo se presente el tiempo, pero lo normal es que a partir de mediados de octubre comiencen a recogerse las de verdeo. Luego, ya en noviembre y diciembre se hace con las destinadas para el aceite.
Para que os hagáis una idea de lo que en un apartado anterior indiqué, actualmente la producción de aceituna de mesa acoge aproximadamente 185 ha., mientras que la destinada al aceite es de
Para finalizar este corto, pero cariñoso escrito, puedo dar fe, casi sin error ninguno, que el aceite es de gran pureza y da a los platos con ella guisados un intenso y aromático sabor.
(Las fotos son de Juan-Miguel Montero Barrado, excepto la segunda y la cuarta, que han sido extraídas de intenet)
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