Me ha gustado tanto el boceto de Fray Ramón Ángel Jara dedicado a “una madre”, que no he dudado ni un instante en dedicárselo a todas las madres gevatas, ya que han sido y siguen siendo fieles exponentes de lo que es verdaderamente un ser tan especial. No sólo por las horas que dedican para cumplir con esa labor tan entrañable e íntima, sino que también sacan tiempo para atender a los trabajos y necesidades del medio rural, lo que hace que su misión sea aun más encomiable.
Boceto del retrato de una madre
Hay una mujer que tiene algo de Dios, por la inmensidad de su amor, y mucho de ángel por la incansable solicitud de sus cuidados.
Hay una mujer que, siendo joven, tiene la reflexión de una anciana, y en la vejez, trabaja con el vigor de la juventud.
Hay una mujer que, si es ignorante, descubre los secretos de la vida con más acierto que un sabio, y si es instruida, se acomoda a la simplicidad de los niños.
Hay una mujer que, siendo pobre, se satisface con la felicidad de los que ama, y siendo rica, daría con gusto su tesoro por no sufrir en su corazón la herida de la ingratitud.
Hay una mujer que, siendo vigorosa, se estremece con el vagido de un niño, y siendo débil, se reviste a veces con la bravura de un león.
Hay una mujer que, mientras vive, no la sabemos estimar, porque a su lado todos los dolores se olvidan, pero, después de muerta, daríamos todo lo que somos y lo que tenemos por mirarla de nuevo un solo instante, por recibir de ella un solo abrazo, por escuchar un solo acento de sus labios. De esta mujer no me exijáis el nombre, si no queréis que empape con lágrimas vuestro álbum, porque yo la vi pasar por mi camino.
Cuando crezcan vuestros hijos, leedles estas páginas y ellos, cubriendo de besos vuestra frente, os dirán que un humilde viajero, en pago de suntuoso hospedaje recibido, ha dejado para vos y para ellos un boceto del retrato de su madre.
Fray Ramón Ángel Jara
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