8 de mayo. Visita de la iglesia franciscana de
Betfagé, en la falda del Monte de los Olivos, y a varias tumbas excavadas en
las rocas. De allí subimos al Monasterio del Pater Noster, sito en lo más alto
del Monte y construido en el lugar que Jesús enseñó a los discípulos la oración
del Señor. Todas sus paredes, tanto exteriores como interiores, están
ambientadas con azulejos del Padre Nuestro en 116 idiomas.
Algo más abajo, exactamente en el torrente
Cedrón y bajo tierra, se encuentra la cripta de la iglesia greco-ortodoxa de la Asunción, donde se encuentra el Sepulcro de
María; para acceder hay que bajar por una empinada escalera.
Al lado está la
Gruta de Getsemaní, en la que el Maestro se reunía con los apóstoles. Muy
cerca, el Huerto de Getsemaní o de los Olivos, donde tuvo lugar el prendimiento
del Señor; en él podemos observar, entre otros, olivos milenarios y uno en
especial de más de 2000 años.
Junto a este huerto está la basílica de la
Agonía, en la que delante del altar se encuentra la roca venerable, que, según
la tradición, fue donde Jesús oró la noche de su arresto después de celebrar la
Última Cena.
Desde diferentes puntos del Monte pudimos contemplar hermosas
vistas de Jerusalén.
Por la tarde visitamos el Monte Sión Cristiano. En el
barrio armenio, a San Pedro “in Gallicantu”, donde se conmemora su
arrepentimiento. También estuvimos en la tumba del rey David; en el Cenáculo
donde Jesús celebró la Última Cena con sus discípulos; y en la Abadía de la Dormición
de María.
Luego
entramos en la Ciudad Vieja y recorrimos por el restaurado Barrio Judío, visitando
el antiguo Cardo Máximo romano, el Muro de las Lamentaciones y una sinagoga
sita junto al muro oeste.
9 de mayo. Visita de la Ciudad Vieja de
Jerusalén, no sin antes pasar por un
control judío, y a la Explanada de las Mezquitas, donde vimos la de Al-Aqsa y la de la Roca, llamada así
porque en su interior se halla la roca sobre la que Abraham iba a ofrecer en
sacrificio a su hijo Isaac.
De ahí fuimos a contemplar la iglesia de Santa Ana,
lugar donde nació la Virgen María.
En las inmediaciones, junto a sus jardines,
están las excavaciones arqueológicas de la Piscina de Bethesda o Probática,
donde Jesús hizo su primer milagro en Jerusalén curando a un paralítico. Visitamos
también la Iglesia de la Flagelación, lugar que recuerda lo que le ocurrió al
Señor, y vimos una proyección sobre Jerusalén en tiempos de Cristo.
Luego
hicimos un recorrido siguiendo los pasos de Jesús por la Vía Dolorosa hasta la
Basílica del Santo Sepulcro.
En la entrada nos encontramos con la Piedra
de la Unción, donde dice la tradición que el cuerpo de Jesús fue preparado
después de ser bajado de la cruz para ser enterrado.
Visitamos el Santo
Sepulcro, la tumba del Señor, que se encuentra en el centro de la gran rotonda;
la primera cámara recibe el nombre de Capilla del Ángel, donde el Ángel del
Señor dio a las mujeres la gran noticia: “Él ha resucitado”. En el centro de la
cámara hay un pedestal que muestra un fragmento de la piedra redonda que
cerraba el sepulcro. Una angosta puerta conduce a la cámara sepulcral, donde
una losa oculta los restos del banco donde fue depositado el cuerpo de Jesús. En
el frontal hay un paño con una frase en griego que dice: “Resurrección de
Cristo”.
De allí fuimos a oír misa en una capilla que, dadas sus característica,
creía que estábamos en una catacumba.
Y finalizada
ésta, subimos al Calvario o Gólgota. Vimos primero la roca abierta y
resquebrajada, que muestra cómo la tierra se abrió al expirar Jesús; luego, el
altar central; debajo de éste está la roca del Calvario, indicada por un disco
de plata donde estuvo clavada la cruz; y allí, en el profundo hueco, metimos la
mano.
Bajamos después a la capilla de Adán, que se encuentra justo debajo del
Calvario y continuamos viendo la gran
roca con su hendidura.
Después,
almuerzo y Vía Crucis, siguiendo en parte el camino que por la mañana habíamos
hecho. El resto de la tarde, libre.
(Fotografías: Juan-Miguel Montero Barrado)