6 de mayo.
Muy temprano, antes de desayunar, asistimos a una misa en la Gruta del
Nacimiento: ¡impresionante! Después nos
desplazamos a la pequeña localidad de Ein Karem. Primero visitamos el santuario
de la Visitación, donde la Virgen fue a visitar a su prima Isabel al conocer
que ella también esperaba un hijo, a pesar de su avanzada edad.
Luego fuimos el
santuario de San Juan Bautista, en cuya parte izquierda hay una gruta, un lugar
vinculado a la vivienda de Zacarías e
Isabel, y el nacimiento de Juan Bautista.
Más tarde fuimos a Jerusalén, donde hicimos un recorrido por la parte nueva. Llegamos hasta el gran candelabro de
los 7 brazos, de bronce, sito enfrente del Parlamento o Knesset; está rodeado,
como casi toda la ciudad nueva, de verde y en este lugar, más en concreto, de rosales.
Regresamos a Belén y, agregándonos a
otros grupos de peregrinos, hicimos la procesión. Salimos de la iglesia de los
franciscanos, llamada santa Catalina, que está adosada a la Basílica de la
Natividad. En el recorrido pasamos nuevamente por la Gruta del Nacimiento. Hicimos
una comida sencilla, pero extraordinaria, en la Casa Nova, el comedor donde
comió no hace mucho tiempo el papa Francisco; bien es cierto que tanto los
espaguetis como el pollo fueron de 5 estrellas, y la sandía, de 5 pipas, como
dijo nuestro buen amigo Paulino.
Por la tarde fuimos a la pequeña aldea de Beit
Sahur, donde se halla el Campo de los
Pastores; vimos algunas cuevas en las que habitaban éstos y a quienes un ángel
les dio la gran noticia del nacimiento del Niño Dios; allí han levantado el
Santuario Gloria in Excelsis.
Regresamos a Belén, donde entramos en la Basílica
de la Natividad, acabando nuevamente, esta vez con más calma, en la Gruta del
Nacimiento para venerar y adorar la estrella de 14 puntas con la inscripción
“Aquí nació Jesucristo de la Virgen María”.
En la Gruta de Belén también
vimos el altar de los Magos y el
pesebre.
7 de mayo. Traslado a Betania, lugar en el que tuvo
lugar la resurrección de Lázaro; hay levantada una iglesia con el nombre de Marta
y María.
Pasamos por el desierto de Judea y llegamos a Qasr-el-Yahud, lugar del
bautismo de Jesús en el río Jordán. Alisha, niña de 3 meses, fue bautizada y los
peregrinos renovamos nuestras promesas bautismales.
Nos trasladamos a Jericó,
un Oasis, formado por el manantial de Eliseo, que convirtió el agua amarga en
agua dulce.
Visitamos las ruinas de la
ciudad, la más antigua del mundo: data de 8000 años a.C.; contemplamos el Monte de
la Cuarentena o de las Tentaciones y comimos.
Nos dezplazamos hacia Qumran, donde primero visitamos el Centro de
Interpretación; luego acudimos a ver in
situ las excavaciones del monasterio Esenio y la panorámica de las cuevas
donde se encontraron, dentro de unas vasijas, los conocidos como Pergaminos del
Mar Muerto.
Fuimos al Mar Muerto, de 71 kilómetros de largo por 16 de ancho y a
398 metros bajo el nivel del mar Mediterráneo; no nos faltó tiempo para darnos
un baño.
De regreso visitamos el hermoso monasterio griego-ortodoxo de Saint
Gerassimos, en el que me llamó la atención, en otras muchas cosas, una pintura
dedicada a la Dormición de la Virgen, como la denominan.
De allí nos
trasladamos a ver una panorámica del desierto de Judea y en la ladera de un
inmenso desfiladero muy empinado y profundo vimos colgado el monasterio
griego-ortodoxo de san Jorge de Coziba: espectacular.
Finalmente nos trasladamos
a Jerusalén.
(Fotografías: Juan-Miguel Montero Barrado)
(Fotografías: Juan-Miguel Montero Barrado)
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