10 de mayo.
Desayuno y salida hacia la frontera de Sheikh Hussein, Jordania. Continuación
hacia Jerash, la antigua Gerasa de la Decápolis. Llegada y visita de la zona
arqueológica de la ciudad greco-romana: el Hipódromo,
el Teatro Sur (con capacidad para 3.000 personas y una acústica excelente), el
Cardo Máximo o avenida de las Columnas, el Foro, el Arco de
Adriano...
También, el Anfiteatro, la Basílica Bizantina, el templo de
Ártemis, etc.
Por la tarde, subimos y
visitamos el Monte Nebo, de 710 metros, desde donde, según la Biblia, Moisés
contempló la Tierra Prometida y fue allí donde murió a la edad de 120 años.
Cierto es que en días claros se puede ver el valle del Jordán, el oasis de
Jericó, el mar Muerto, los montes de Jerusalén y Belén...
Según nos dijo el guía Mohamed, en la parte baja dio unos golpes sobre la tierra y brotó agua, manantiales que aun existen y que sirven para recordar los hechos acontecidos. Traslado a Petra.
11 de mayo.
Visita a Petra, la sorprendente ciudad rosada, capital de los nabateos (siglo
VIII a. C.). Su único acceso es el desfiladero de Siq, de un kilómetro de
largo, con paredes de hasta 100 metros de alto.
De repente se abre un inmenso valle circular en el que está enclavada la ciudad. El primer monumento que aparece es el llamado Jazné, Tesoro del Faraón, probable tumba de un rey nabateo; esculpido en la roca rosada, es de estilo clásico griego.
Siguiendo el recorrido va surgiendo una serie de tumbas nabateas, excavadas sobre la pared, y magníficos templos.
Un poco más adelante vemos el semicírculo del teatro romano y frente a él, en la pared derecha, observamos las tumbas reales de Urna, Corintia y Escalonada.
La visita sigue llena de sorpresas y al final del valle, subiendo casi 800 escalones, se llega al Al-Dayr (Monasterio), el mejor de los monumentos de Petra, pero el menos visitado; es impresionante por las medidas de su fachada.
Seguimos maravillándonos al ver las ruinas romanas...
Y así, hasta llegar nuevamente al desfiladero en su tramo final, para continuar recreándonos aun más de todo lo que en la ida habíamos visto.
Almorzamos, pues había que
coger fuerzas, y nos trasladamos a Amman.
Se trata de una ciudad en la que al llegar hicimos un recorrido panorámico por la antigua Philadelfia de la Decápolis, haciendo una parada, cómo no, en su esplendoroso anfiteatro romano.
12 de
Mayo. Salida hacia la frontera del Puente Allenby, paso y continuación
a Jerusalén, visita nuevamente a la Ciudad Santa y Santo Sepulcro, compras y
comida. Por la tarde, traslado al aeropuerto de Tel Aviv y salida en vuelo de
regreso a Madrid.
Para finalizar. No he querido empañar este escrito
contando lo visto, oído y pasado al cruzar la zona fronteriza entre Jerusalén y
Belén, pero resulta vergonzoso observar el control que en ella hacen y, más
aún, ver el muro -sí, el muro- de 6 metros de altura por 1 metro de
grosor. Como nos dijo el guía, hay muchísimos más, uno en cada sitio donde los
judíos consideren peligrosos a los palestinos ¡Qué pena! Actualmente hay
construidos, entre muros de cemento y alambradas electrificadas, más de 600
kilómetros. Digo yo: ¡los judíos no tienen que tener la conciencia muy
tranquila! Sin más comentarios.
(Fotografías: Juan-Miguel Montero Barrado)
(Fotografías: Juan-Miguel Montero Barrado)