viernes, 16 de abril de 2010

La ermita del Servón (continuación)

Voy a detallar algunos de los bienes y enseres que la ermita poseía por aquellos años y cuya relación les resultará muy curiosa. Estos datos constan en un manuscrito de cuentas de la ermita, depositado actualmente en el Archivo Diocesano de Salamanca, y abarca un periodo de casi dos siglos, desde 1611 a 1807. Como la relación es muy extensa, voy a seleccionar los que para todos nosotros puedan resultar más interesantes. Comenzaré por el encabezamiento del manuscrito:

Libro de quentas de la

Hermita de Ntra. Sra. Del

_______Servón_______

Principia en 1611

Finaliza en 1807

Los bienes y enseres de la ermita los podemos clasificar, enumerar y describir de la siguiente manera:

Raíces.

Poseía 18 olivos que lindaban con la ermita y llegaron a tener hasta 22, con los que producían el aceite suficiente para el mantenimiento de la lámpara de la iglesia y otros menesteres; además tenía la ermita una cuartilla de trigo y también unos huertos y un prado. En sus alrededores había 30 colmenas con sus enjambres.

Muebles.

Una imagen de Ntra. Sra. del Servón con el Niño Jesús. Una corona de plata grande con su arco de rayos, pedrería y en el alto una cruz, más otra corona pequeña para el Niño.

Otros.

- Un manto y mandil de lamé blanco con galón de plata, forrado en encarnado por el revés.-

- En un nicho recubierto de cal estaba un Santo Cristo con la cruz y junto a Él, la Virgen.

- Más dos rosarios blancos de alabastro, cuatro candelas y una campana pequeña en el altar para tocar a los santos y dos misales pequeños.

- Un púlpito de madera.

- Dos mesas con manteles alemanes.

- Un santal con tres avellanas labradas y cuatro lisas para ponérsela al niño otras dos (no puedo seguir, la letra es ininteligible).

- Unas candelas de madera para el altar y dos vinagreras de barro.

- Una sábana de lienzo con encajes para el altar.

- Unos corporales con encajes de grulobia de nobleza guarnecida con la misma guarnición que la casulla.

- Unas andas para sacar a Ntra. Sra. en procesión, de arco y columnas salomónicas.

- Seis bancos largos sin respaldo para el asiento de las gentes en la ermita

- Una efigie de Ntra. Sra. con dos puertitas y vidriera para pedir limosna.

- Un marco labrado en el altar.

- Unas cortinas de esparto para tapar el retablo.

- Dos arcas de castaño y del mismo tamaño, una nueva y otra vieja, ambas sin cerradura.

- Dos tinajas para el aceite, que tienen el hondón de concha.

- Una olla grande de dos cántaros nueva y una vinagrilla vieja para echar el vinagre. Dos sartenes antiguas, una ralladora y una tablita con garfios para colgar los trastos.

- Un arado para labrar el huerto.

- En el tejado de la ermita hay un campanil y en él una campana con un peso de cincuenta a sesenta libras.

Puedo asegurar cómo estos bienes y enseres, o parte de ellos, fueron siendo trasladados a otros lugares. Así, el 9 de mayo de 1802 el entonces obispo don Juan Álvarez de Castro, del cual haré una reseña más adelante, ordenó a don Juan Sánchez Muñoz, comisario del Santo Oficio y visitador general, que hiciese una inspección especial para que comenzase a retirar de la ermita el cáliz, la patena, las coronas de plata y otros objetos, “para evitar de ese modo alguna sorpresa inesperada”, según consta en el manuscrito. Finalmente, según figura en el legajo, el día 21 de julio de 1807 queda reflejada la última visita, firmada por Ventura Casillas y López.

Desde 1802 comenzó la decadencia de la ermita, ya marcada por el señor obispo anteriormente mencionado y continuada durante la Guerra de la Independencia por los soldados franceses. Éstos pudieron haber hecho destrozos, quizás pensando en algo que pudiese perjudicar a la gente del lugar.

Del obispo Juan Álvarez de Castro sabemos que desde 1805, con su salud gravemente quebrantada, fijó su residencia en la villa de Hoyos (Cáceres), situada en la Sierra de Gata. Allí fue sorprendido por una unidad militar francesa proveniente de Ciudad Rodrigo. El obispo fue sacado violentamente del lecho y en su misma cámara dos descargas de fusil acabaron con su vida, pasando a la historia como un mártir de la independencia española. Según consta en el Diccionario de Historia Eclesiástica de España “su férvido patriotismo ya se había hecho notorio en la guerra contra Inglaterra en 1798 para la que anticipó en unión del Cabildo una suma de 800.000 reales. También durante la “francesada” fueron frecuentes sus circulares de aliento a la resistencia contra Napoleón”. Para que esta reseña sea más completa voy a citar otros datos: nació en Mohedas de la Jara (Toledo) el día 29 de enero de 1724. Fue nombrado obispo de Coria el 29 de marzo de 1790. Murió fusilado por los franceses en la villa de Hoyos (Cáceres) el día 29 de agosto de 1809.

El final de la ermita ya lo dejé plasmado en el capítulo anterior, por lo que remito para su lectura a lo publicado el 20 de enero de este año.

(Foto: Juan-Miguel Montero Barrado)

No hay comentarios:

Publicar un comentario