A pesar de que mi nacimiento en Valdelageve fue circunstancial, desde que comencé a tener uso de razón el cariño por mi pueblo ha ido in crescendo, en gran parte por culpa de mis padres, a los que oí hablar tantas y tantas veces sobre él, sus gentes, sus costumbres...
Mi padre estuvo allí durante algunos años de maestro, viviendo primero en casa de tía Consuelo, "la patrona", como siempre la hemos conocido y seguido llamándola hasta el último instante de su vida. Era tan buena persona que siempre cuidó a mi padre como si un hijo suyo fuera. Cuando mi padre y mi madre se casaron, estuvieron viviendo en una casa junto a la suya. De ahí que el cariño fuese aumentando y no sólo con ella, sino con toda la familia. Allí me engendraron, allí nací y allí nacieron todas mis inquietudes por mi pueblo, al que tanto adoro.
Cuando dirigía la Librería Médica Inter, entre tantos médicos y estudiantes de medicina salía constantemente a relucir el nombre de Valdelageve. Casi todos ignoraban de su existencia y entonces mi mente fue madurando poco a poco hasta que un buen día me decidí sacarlo del anonimato. Tiempo me costó, pues no en valde todos sabemos lo mucho que hay que investigar en diferentes ámbitos, hablar con las gentes del pueblo, recordar todo lo mucho que conocía por boca de mis padres, ordenar mis experiencias, etc. Lo cierto es que una vez preparado todo el material, escribí Notas de Valdelageve, un trabajo que presenté a Caja Duero y que después de pasar por diferentes secciones decidieron ayudarme económicamente. El día 13 de Junio de 1997 salió por fin a la luz la primera edición de mi libro y lo presenté, como es lógico, en mi pueblo, aprovechando que era la fiesta de San Antonio.
Enseguida se notó que todos mis paisanos derrochaban alegría por doquier. Hay que ver los días bonitos que he pasado y sigo pasando en mi pueblo, pero, sinceramente, como esos momentos no los volveré a vivir. Muchas de las familias lo adquirieron, ¡cómo no!, y ahí comenzaron sus cariñosos comentarios. Todos querían conocer la historia y las anécdotas de su pueblo, y ver las fotografías de sus gentes y paisajes.
En la Librería, dado mi carisma, la venta se fue animando día a día. Tal es así que los 500 ejemplares que se hicieron se vendieron exactamente en siete meses. Todo un tiempo récord. Viendo que había personas, más bien clientes, amigos y amigos de mis amigos, amén de otras personas que deseaban tenerlo, aproveché la conyuntura para preparar la segunda edición, con otros 500 ejemplares. Esta vez estaba corregida y aumentada en algunos capítulo. Bien es cierto que en esta ocasión comencé a tambalearme un poco, pues creía que eran demasiados. Tal es así que no se me ocurrió otra cosa que solicitar una ayuda al Exmo. Ayuntamiento de Valdelageve, que en ese momento estaba presidido por Crescencio Martín Matas. Después de esperar un tiempo, recibí la gran noticia de que me habían concedido 100.000 pesetas. Entonces, como buen comerciante y con más ganas aún de dar a conocer a mi pueblo, sin prisa, pero sin pausa, me lancé a comerme el mercado.
El libro es sencillo, muy bonito por su historia, sus costumbres (sobre todo, ancestrales), sus fotografías, como las de sus bellísimos alrededores... De ahí que cada uno que vendía, el cliente se iba contento y sonriente. Muchas veces venían directamente a adquirirlo. Esta vez tardó en venderse nueve meses, pero los gratos momentos que pasé fueron muy intensos y más aún cuando la gente me decía: "Montero, hemos estado en tu pueblo"; o cuando me preguntaban y daban lugar a que comentáramos cosas al respecto.
Para finalizar, nuestro pueblo, quizá como otros, algún día pueda desaparecer, pero la llama con el nombre de Valdelageve siempre perdurará encendida en todos nuestros hogares, pero, sobre todo, en las bibliotecas y hemerotecas. Y entre las primeras, la Biblioteca de la Universidad de Salamanca y la Biblioteca Nacional.
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