Pero, en fin, vamos a lo que vamos, y en este caso me voy a dedicar a escribir algo sobre las fiestas. Sobre las actuales, pero también voy a tocar alguna de las que los gevatos estuvieron disfrutando hasta no hace tantos años y que por su curiosidad creo que serán del agrado de todos cuantos las lean. A la par voy a hacer que las recuerden mis paisanos.
Fiestas de San Fabián y San Sebastián
Comenzamos cada año el día 20 de enero con la celebración de la primera fiesta del pueblo, San Fabián y San Sebastián, más bien conocida por “los Santos Mártires”. Actualmente está en plena decadencia, todo ello por la poca gente que queda en el pueblo. Se centra solamente en la parte eclesiástica, no sin antes subir Juan-Miguel al ayuntamiento para saludar con el micrófono a todos los vecinos, darles algunos consejos para finalizar cantando el “Perantón de Valdelageve”, canción dedicada al pueblo y que mas adelante escribiré sobre ella. A continuación se celebra la procesión, dando una vuelta al pueblo cantando y llevando en andas la imagen de San Sebastián. Al llegar a la iglesia el santo se coloca debajo del pórtico y mientras seguimos con nuestros cánticos, se hace una ofrenda al santo, que sirve para que a posteriori se puedan ir sufragando los gastos que el templo origina.
La misa es bonita y el párroco, don Pedro Calama, que lleva ejerciendo en este pueblo desde 1980, se encarga de hacerla mas solemne, amén de que el coro de cantoras nos deleitan cantando la “Misa Castellana”, pues bien es cierto que las voces son estupendas y su entonación magnífica.
Terminada la santa misa, subimos al bar y allí disfrutamos del buen caldo de la tierra, sus tapas y alegres conversaciones hasta llegada la hora de la comida.
Es precisamente en el hogar donde la tradición continúa, degustando una comida especial y haciendo honor a los invitados que hemos acudido a disfrutar de esta festividad y de nuestros amigos. He ahí que este rato resulte más agradable de lo habitual. Terminada la comida, subimos al bar a tomar café y a jugar la partida. De esta manera tan sencilla acaban las actividades de este día tan especial.
Fiesta antigua de San Antonio, 13 de junio
En este caso, no tengo más remedio que dar una pequeña pincelada de lo que fueron estas fiestas hasta hace no muchos años, para pasar después a cómo se celebran actualmente. Qué pena recordar aquellas fiestas tan hermosas, cuando en el pueblo había más de trescientas personas de todas las edades que participaban preparándolas con alegría.
Por la mañana la gente se levantaba al sonido de la alborada que recorría las calles del pueblo, lo que hacía que el entusiasmo de los gevatos comenzase a subir enteros. Posteriormente, al tañido o repique de las campanas, la gente iba acudiendo a la iglesia, para comenzar el rito con la procesión, seguida de la ofrenda y la santa misa.
Después, al salir de la iglesia, seguía el pueblo con la fiesta, pero con la parte profana. Es entonces cuando los gevatos de ambos géneros comenzaban primero con el baile. Hay que ver que hermosas se ponían nuestras jovencitas. Las más bonitas, sin lugar a duda, de toda la comarca. Cuánta alegría llevaban en sus cuerpos, reflejada en sus bonitas caras, que eran la que iban transmitiendo a todos aquellos que se acercaban a ellas. Con el baile disfrutaban tres veces al día, es decir, antes del mediodía, por la tarde y noche.
Hay que hacer mención al tío Bartolo, gran gaitero y tamborilero de Lagunilla, pueblo lindante, al que iban a buscar los mozos. Durante varios años fue el que con su música hacía que los jóvenes de ambos sexos bailasen y se divirtiesen. Tío Bartolo siempre demostró ser una gran persona a la que todos los vecinos le quisieron y adoraron. Es más, en el pueblo le cantaban con todo el cariño:
“Bartolo tenía una flauta / con un agujero solo / y su madre le decía: / "toca la flauta Bartolo". / Bartolo, que te pilla el toro, / que te pilla el toro / que te va a pillar. / Si no te pilla de noche, / te pilla de madrugá. / Bartolo, que te pilla el toro, / que te pilla el toro, / que te va a pillar".
Las calles estaban llenas de gente. En las bodegas que tenían casi todos los vecinos reinaba un gran ambiente, pues no en balde el caldo que bebían era de su propia cosecha, al igual que el aguardiente y, por supuesto, alguna cosilla de las que se están suponiendo y que estaban prestas para hincarles el diente, de ahí que mi boca se haya llenado de saliva.
Entre los más jóvenes del lugar siempre se representaba una obra de teatro, que dirigía alguno de los maestros. En concreto, a mi padre, Juan-Eloy Montero Picón, le tocó prepararlas durante los años que estuvo allí.
El segundo día era muy peculiar, porque, aparte de todos estos festejos y otros que desconozco, se unía el de la corrida de vacas. Parece ser que era el festejo que más llamaba la atención y se celebraba en un solar muy bonito junto a las viñas, con una vista panorámica excepcional. En el medio del mismo había un pozo y muy cerca un nogal centenario. Los vacas se iban sacando de una en una, los mozos se divertían y hacían que a todos los allí presentes les sucediese lo mismo. Actualmente el solar, tiene el nombre de “la Plaza del Pozo”. También hay que hacer otra mención especial a los mozos, que siempre disfrutaban mucho antes del festejo, porque tenían que preparar y rodear el solar con carros y, lo que es mejor, ir a buscar a las vacas.
También en éstas como en otras fiestas reinaba mucho el cariño y afecto que había entre los vecinos, amén de otras virtudes.
Fiesta actual de San Antonio, 13 de junio
Actualmente todo comienza igual que en la fiesta de enero. En este caso en la procesión sacamos al santo del día, también en andas, pero como san Antonio tiene una canción propia, entonces la vamos entonando. Su título es “La canción de los Pajaritos”.
Al llegar al pórtico todos los actos se repiten, sólo que el desarrollo de los mismos es más alegre, porque el tiempo acompaña y la gente se multiplica. No obstante, la segunda parte de la fiesta se deja para agosto, mes en el que muchos de los vecinos que trabajan en el exterior acuden a festejarla en ambos sentidos, tanto en la parte eclesiástica como en la profana.
Fiesta de San Juan, 24 de junio
El día 23 de junio de cada año durante la noche, para no ser descubiertos, los mozos iban a cortar un árbol al terreno de otro pueblo que no fuese el suyo con el fin de no ser vistos. Llegado el día tan esperado y de madrugada, los quintos hacían la “enramá”, que consistía en engalanar los balcones de las mozas con guirnaldas de flores, ramas, hierbas olorosas, etc. para que cuando se despertasen por la mañana recibiesen la sorpresa de ver sus balcones adornados.
También colocaban el palo del árbol que tanto trabajo les costó traerlo durante la noche y al que llamaban “el San Juan”. Lo colocaban en el centro de la plaza y en la cogolla o “pincolla”, como ellos la denominaban, colocaban una rosca de la que colgaban cerezas, pastas, etc. La subida “al san Juan” se hacía al medio día. Era muy entretenida, emocionante y causaba mucha risa ver a los jóvenes trepando por el palo y los esfuerzos que hacían para llegar a la “pincolla” y coger el roscón. El vencedor se quedaba con las golosinas, mientras que el palo era pujado y se vendía al mejor postor. El dinero obtenido pasaba a los mozos.
En este día de fiesta se seguían visitando las bodegas, siempre con una alegría sana que no sólo a nuestro pueblo caracterizaba, sino a todos.
La comida, como en todas las fiestas, era excepcional, pero lo más importante era primero: oler y luego comer “el conejo guisado al estilo Valdelageve”. Después, como postre, se comían los dulces elaborados en casa, se tomaba el café de puchero y la copita de aguardiente, también preparado en sus bodegas.
La fiesta finalizaba con el baile al son de la gaita y el tamboril del tío Bartolo. Las ganas de bailar no faltaban, sino que iban a más y era el momento más propicio para que algunos se conocieran mejor e iniciaran un noviazgo y otros para afianzarlo.
Fiesta de Agosto
Se celebran en los días 10 y 11 de agosto san Lorenzo y santa Clara, con el pueblo a rebosar, porque no sólo acuden los paisanos que viven fuera, sino amistades y gente de pueblos colindantes.
Por la mañana vuelvo a subir al ayuntamiento para hablar al pueblo, dar la bienvenida a todos nuestros paisanos y acompañantes llegados de otros lugares y cantar el “Perantón de Valdelageve”, no faltaba más. El gaitero, mientras tanto, tocando el tamboril y haciendo sonar la gaita con canciones conocidas, para ir contagiando con alegría a todos los partícipes de la gran fiesta, que comienza con la procesión y sigue con todos los ritos que en cada fiesta se llevan a cabo. Lo que cambia es que este día se saca a la Virgen de Fátima, dada la proximidad al día de la Asunción de la Virgen. En el templo unas veces nos acompaña algún coro invitado, en otras ocasiones canta el coro parroquial la “Misa Castellana”, y durante algunos momentos es también amenizada por el gaitero. Y para terminar, Juan-Miguel canta cada año un “Ave María” diferente, con lo que el acto religioso termina con más alegría.
La subida al bar se va haciendo paulatinamente. Siempre hay algún convite con el que nos agasaja el ayuntamiento, para acudir más tarde a dar buena cuenta de la gran comida que nos espera en casa.
La tarde siempre resulta muy entretenida. Hay diferentes campeonatos, como pueden ser de cartas, tiro al plato, etc.
Cuando va amainando el calor, en la plaza que está delante del bar siempre hay alguna actuación para todo el personal que hay en el pueblo que bien pueden ser bailes serranos, representación de algún sainete acompañado por música, grupos flamencos acompañados por sus bailaoras, algún dúo cantando musica española o ligera... Mira por dónde que es en este caso en el que puede participar todo el mundo bailando. De esa manera pasamos un par de horas muy agradables.
Para terminar, como es costumbre por la noche, hay una gran verbena cada día que dura casi hasta el amanecer.
Los días siguientes, como ya no hay parte eclesiástica, aprovechan los jóvenes y menos jóvenes para disfrutar un poco más de la cama.
De esta manera y después dos días se dan por finalizadas las fiestas.
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